martes, 3 de febrero de 2009

El Periodo Predinástico Egipcio

A fecha de hoy, este blog dedicado al periodo Nagada I o Amratiense, está en construcción, situación que espero no dure para siempre.

Estoy trabajando también en otros temas, como la Datación Relativa del Predinástico, las "Sequence Dates" de Petrie, o en los tipos cerámicos definidos por Petrie para la elaboración de ese sistema de datación relativa; también en el Badariense del que podéis ver tanto un blog dedicado a esa cultura como otro dedicado al Corpus Cerámico que Brunton diseñó para poder datar, de forma similar a como lo hizo Petrie para periodos posteriores, el periodo Badariense. A todo ello podéis acceder acudiendo a los enlaces que figuran más arriba.

Si queréis, podéis ver el material bibliográfico del que dispongo en mi biblioteca personal, tengo que añadir varias cosas que he ido comprando pero todo llegará. Si precisáis de algo de lo que yo dispongo me lo hacéis saber y trataré de ayudaros. Para ver el material disponible ir al siguiente enlace biblioteca personal de Alberto

Por último, si queréis ver la bibliografía que voy citando y alguna más referente al periodo Predinástico, sólo tenéis que ir al siguiente enlace, aviso que también falta por añadir mucho material: Bibliografía Predinástica.
 

El Periodo Predinástico en Egipto 

Introducción

Figura 1
Durante la temporada de excavaciones 1893-1894 Petrie había buscado los restos de la "dynastic race" en la zona de Coptos ya que él suponía que, procedentes del Mar Rojo, ese habría sido su punto de entrada en el Valle del Nilo. Sin embargo, entre otras cosas, lo que encuentra son los llamados "Colosos de Coptos", tres grandes esculturas representando al dios local Min y cuyas superficies contienen diversos grabados. El propio Petrie reconoce (Petrie, 1901: 2; figura 1) que pertenecen a un tipo de arte mucho más temprano que cualquier otra cosa conocida en Egipto hasta entonces.

Figura 2
Un año más tarde, en el invierno entre 1894-1895, un equipo dirigido por F. Petrie (figura 2) y J.E. Quibell investigó en la zona comprendida entre Nagada y Ballas. Quibell se ocupó de la parte más al norte, cerca de Ballas, mientras que Petrie se ocupó de la ciudad de Nubt y más al sur, cerca de Nagada (aunque, como dirá más tarde De Morgan, parece ser que no llegó a investigar en la propia Nagada). En el transcurso de estas excavaciones, en el territorio asignado a Quibell, fueron descubiertas una serie de tumbas cuyo inusual contenido hizo que Petrie, en ese momento, las considerara como: "... the most decisive evidence as to the date of the foreign remains of a hitherto unsuspected invasion" (la más decisiva evidencia, hasta la fecha, de los restos extranjeros de una, hasta ahora insospechada, invasión) (Petrie y Quibell, 1895: vii). Petrie decide denominar a estos "invasores", cuyos restos han sido encontrados en el Alto Egipto, "the New Race", la "Nueva Raza" que Petrie define como: "New Race or N.R. remains, mean those which belong exclusively to certain invaders of Egypt of the type here described, which is entirely different to any known among native Egyptians" (Petrie y Quibell, 1895: vii). Petrie pensó que había encontrado evidencias de un grupo de extranjeros que habrían invadido Egipto al final del Imperio Antiguo, entre la VII y la X Dinastía, proveyendo así una explicación para el caos que se produjo durante el Primer Periodo Intermedio. Estos cuerpos hallados en las tumbas, en posición fetal, acompañados por vasos rojos pulidos de borde negro, a veces decorados con motivos blancos en fondos marrones o viceversa, así como una gran variedad de paletas de sílex zoomórficas, cucharas de hueso y marfil, agujas para el pelo y peines tallados en formas inusuales, todo ello contribuía al general efecto de extrañeza y creaba confusión entre los expertos que habían estado casi una centuria estudiando restos puramente faraónicos (Midant-Reynes, 1992: 2).

Figura 3
Sin embargo fue un arqueólogo que no acababa de gozar, precisamente, de las simpatías de Petrie, el francés Jacques de Morgan (figura 3), el que, tras sus excavaciones entre 1895 y 1896, apoyando a su compatriota, E. Amelineau, en la zona de Abidos y el-Amra, reconociese los restos que Petrie y Quibell habían sacado a la luz en Nagada y Ballas, como anteriores a la Primera Dinastía. De Morgan afirma que esos restos no pertenecen a esa "Nueva Raza" de invasores sino que se trata de los antecesores de los egipcios del Egipto Dinástico o Faraónico. En 1901 (Petrie, 1901: 2) Petrie dice que en 1895-1896 De Morgan examinó algunos cementerios de la misma época que los que Quibell y él habían excavado la anterior temporada y que, a la hora de publicar sus resultados, De Morgan había asignado sus hallazgos a la época prehistórica (sin que a Petrie se le "olvide" recordar que esa asignación incluía mucho material que pertenecería ciertamente a las épocas dinásticas). Petrie nos dice que la total ausencia de evidencias arqueológicas o pruebas de su antigüedad, convierten las afirmaciones de De Morgan en una feliz conjetura sin ningún argumento sólido ("the total absence of any archaeological evidences or proofs of age in this work, rendered it but a happy guess, without any solid argument. The evidence still remained against such an early dating").

Pero Petrie no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia ya que, mostrando lo irónico que puede llegar a ser el destino, tan pronto como Petrie abandonó las excavaciones de Nagada, llegó al lugar De Morgan y encontró la mastaba-tumba de un temprano rey, identificado inicialmente como Menes, pero que en realidad pertenecía a  la reina Neith-Hotep, de la Primera Dinastía, en la cual fueron encontrados una serie de vasos decorados con las formas onduladas "degeneradas" de Petrie junto con material claramente dinástico, aportando evidencias acerca de la verdadera época de los restos hallados por Petrie, de hecho éste dice: "the presence of objets of the latest New Race style in it was the first real evidence of their truly predynastic date" (Petrie, 1901: 2). La prueba final de que los restos de la "New Race" de Petrie eran predinásticos fue lograda en Dendera, donde Petrie, entre 1897 y 1898, trabaja en un cementerio que abarcaba restos que van desde la VI hasta la XI Dinastías sin que apareciese resto alguno de esos presuntos "invasores". Esto, por fin, "expulsa" a los restos de la New Race del único periodo dinástico que podrían haber ocupado, de esta forma, casi por exclusión, acabó probándose su edad prehistórica.

Así pues, y resumiendo un poco, diremos con Brewer que el Predinástico (c. 4400 a.C.) abarca el tiempo desde la introducción de la agricultura y de la ganadería (lo cual, obviamente, incluiría al Badariense)  hasta la unificación del país bajo el primer rey de la I Dinastía, alrededor del 3050 aC (Brewer, 2005). El Predinástico, cuyo descubrimiento ha sido atribuido a Petrie, fue introducido por primera vez en la comunidad arqueológica en 1896 cuando Jacques de Morgan, excavando diversos cementerios en la zona de Abidos, recuperó una serie de restos diferentes del posterior periodo dinástico. De Morgan afirmó que esas tumbas y las de otros lugares cercanos, precedían en el tiempo a la Dinastía I, declaración que hizo sin evidencia alguna, salvo su intuición aunque, como se demostró más tarde, estaba en lo correcto. De Morgan no siguió tratando de demostrar su afirmación con más trabajos en la zona sino que fue el propio Petrie el que hubo de probar que las teorías de De Morgan eran correctas, excavando en los cementerios de Nagada, Ballas, Abadiya y Hu.

Jacques de Morgan, por lo tanto, fue el primero en reconocer los trazos de una gente prehistórica. La feliz o afortunada intuición, como la denomina Petrie en 1920 (Prehistoric Egypt, 1920: 1) no estaba equivocada pero la tarea de descubrir la prehistoria de Egipto había apenas comenzado y fue Petrie quien hubo de encargarse de hacerlo.

Por su parte, Elise Baumgartel no parece apreciar demasiado las aportaciones de De Morgan cuando afirma (Baumgartel, 1965: 13) que fue Petrie quien descubrió la cultura de Nagada en los grandes cementerios que excavó cerca de la moderna ciudad de Nagada mientras que añade: "No fueron de más ayuda las excavaciones de De Morgan ya que nada es conocido aparte de la cantidad de material sin referencias a las circunstancias de su descubrimiento" (Baumgartel, 1965: 14).

Petrie expone en su obra Diospolis Parva (1901: pág, 4 y ss) el método que desarrolla para diseñar su sistema de datación relativa al que denomina de Sequence Dates o S.D., el cual expongo en el trabajo dedicado a la datación del periodo predinástico y cuyo enlace se encuentra al comienzo de esta página. Petrie reconoce también, entre la SD 30 y la SD 80 tres civilizaciones diferentes que él denomina, en 1920 (Prehistoric Egypt, 1920: 47 y ss), sencillamente, "the first civilization", la primera civilización, entre las SD 30 y 38, la "segunda civilización" entre las SD 39 y 63 y la "tercera civilización" entre la SD 64 a Menes, Petrie dice que las "series dinásticas" comienzan en la SD 74.

Más adelante, Petrie (The Making of Egypt, 1939) pone nombre propio a esas tres "civilizaciones" denominándolas en base a yacimientos "tipo", lugares de donde se recuperaron restos considerados como más representativos del periodo dado. De esta forma, Petrie diferencia tres fases diferentes:

- Amratiense, por el yacimiento "tipo" de el-Amra, un gran cementerio al sur de Abidos, y que comprendería las SD 30 a 37 (según el propio Petrie unas páginas más adelante, en la página 15, el periodo estaría comprendido entre la SD 31 y la 37). En la obra citada (Petrie, 1939: 9) Petrie divide el Amratiense en dos fases, una temprana que comprende las SD 30 a 34 y una fase tardía entre las SD 34 a 37.

- Gerzeense, por el yacimiento de el-Gerza, cementerio cercano a Tarkhan, en el norte del Valle del Nilo. Esta fase comprendería las SD entre la 38 y la 60. De la misma forma que el Amratiense, el Gerzeense también es dividido en dos etapas, una inicial entre las SD 38 a 44 y una segunda fase entre las SD 45 a 60.

- Semainiense, por el yacimiento de Semaina, un lugar al sur de Abidos y que comprendería las SD incluidas entre la 60 a la 75 (o entre la 63 y la 78 si nos atenemos a lo que el propio Petrie afirma en la página 65 del mismo texto).

Los dos primeros términos, Amratiense y Gerzeense, tuvieron una aceptación general aunque más adelante perdieron fuerza en favor de los términos Nagada I y Nagada II que enfatizan la continuidad cultural del periodo predinástico. La tercera fase de Petrie, el Semainiense no fue adoptado nunca como de uso general, quizás porque la cultura Semainiense parece estar caracterizada por un conjunto de elementos más bien dispar que carece de la obvia homogeneidad de las dos fases precedentes, esto es reconocido incluso por el propio Petrie (1939: 55). Como ya hemos dicho hace unas líneas, incluso la demarcación de Semainiense, dentro del sistema de las Sequence Dates, es bastante confusa. En efecto, Petrie (1939: 55) hace corresponder a ese periodo las SD 60 a 75, pero diez páginas después, el Semainiense se equipara con las SD 63 a 78.

En la actualidad se ha generalizado el uso de la denominación Nagada I, Nagada II y Nagada III, tres periodos que, manteniendo una misma unidad cultural presentan diferencias que justifican su diferenciación y su estudio separado. Veamos ahora cada una de estas fases. 

Amratiense o Nagada I

Figura 4
La fase Nagada I o Amratiense ha sido considerada como un periodo de transición entre el Badariense y el Gerzeense o Nagada II. Comienza alrededor del 4000 a.C. y, pese a haber dejado restos a lo largo de todo el Alto Egipto, lejos de su lugar de nacimiento (es evidente el dinamismo geográfico de esta cultura), desde la zona de Asiut  en el norte, hasta el Wadi Kubbaniya y más al sur en Khor Bahan, 20 km al sur de la Primera Catarata (figura 4), está claro que su centro se encuentra, indudablemente, en la zona de Nagada-Mahasna, allí encontramos las densidad más alta de yacimientos de Nagada II, pero también las subfases más tempranas de la cultura Nagada I (Midant-Reynes, 2000: 185).

Figura 5
La uniformidad cultural que presentan todos los asentamientos ha hecho posible considerarlos como la cultura prehistórica más uniforme de toda la historia de Egipto, que desde ese momento mostrará una continuidad sin rupturas en el tiempo, prolongada hasta el proceso de unificación del territorio (Ana Isabel Navajas en “El Antiguo Egipto”, José Miguel Parra (ed.), 2009: 49).

Cuando consideramos la cuestión de los orígenes e identidad de la gente de Nagada I, se debe aceptar el hecho de que no hubo una ruptura social súbita entre badarienses y amratienses. La relación entre el Badariense y el Amratiense (o Nagada I) nos plantea una cuestión de orden cronológico, además de determinar qué rasgo cultural relaciona a cada una de estas entidades culturales. Las culturas de Badari y Nagada I coexistieron sobre ciertos territorios y sus influencias se entrecruzan en una parte del Valle del Nilo. Parece que no hubo interrupción entre las dos culturas, la cultura Nagada I asimila la cultura de Badari y crea la primera civilización homogénea del Alto Egipto.  Al menos, al comienzo, la diferencia entre el Amratiense y el Badariense era mínima como resultado de la simultaneidad de los des grupos, de sus contactos mutuos y de su interacción, no obstante, a medida que pasa el tiempo las diferencias aumentaron. La cultura Amratiense engloba y desarrolla la cultura Badariense y no hace sino acentuar lo que ya ha sido emprendido.

La mayor parte de los yacimientos estudiados son cementerios muchos de los cuales fueron usados hasta y durante las últimas fases del Predinástico, es decir, durante toda la cultura Nagada. El nombre de la cultura Amratiense procede del yacimiento de el-Amra, situado al comienzo del meandro que forma el Nilo en la zona de Nagada, pero está representado en numerosos lugares. No obstante, como hemos dicho, la civilización de Nagada aparece sin duda en la región Nagada-Mahasna que, por cierto, se encuentra fuera de la influencia Badariense. La concentración de yacimientos es la más grande en esta zona y los objetos encontrados son los más antiguos. Entre los yacimientos más importantes habría que citar Hu, Nagada, Hieracómpolis y, por supuesto, el-Amra.

La localidad de Nagada está localizada en la orilla oeste del Nilo, aproximadamente 50 millas (poco más de 80 km) al norte de Luxor y, después de Scharff (1926, 1927) da su nombre a esta cultura. Para Baumgartel (The Cultures of Prehistoric Egypt) la civilización de Nagada I es un desarrollo en la misma dirección del Badariense. La mayor parte del conocimiento procede de las excavaciones de Petrie en Nagada y Dióspolis Parva y, en más pequeña extensión, de su trabajo en Coptos. Las excavaciones de De Morgan, algo más tempranas que las de Petrie, son de mucho menos interés dada la ausencia de un sistema de trabajo de campo y de su publicación. A De Morgan pertenece el crédito de haber sido el primero en decir que la cultura Nagada era la civilización predinástica en Egipto en el momento en el que Petrie pensaba que pertenecía al Primer Periodo Intermedio.

Aparentemente no existe ruptura entre el final del Badariense y el inicio de la cultura Nagada, incluso algunos expertos han sugerido que pudo haber una superposición entre las dos. La secuencia general de las culturas fue establecida por Caton-Thompson en sus excavaciones estratificadas en el asentamiento de Hamamiya. La cultura de Nagada I estuvo arraigada firmemente en la tradición predinástica del la parte sur del Valle del Nilo, con muchas similitudes con las costumbres Badarienses. Ambas culturas parecen productos del sur y parecen haber estado relativamente apartadas de las influencias del mundo mediterráneo aunque se han constatado contactos comerciales con otras tierras, establecidos a través del desierto y del Mar Rojo.

Los caracteres del Amratiense son todavía los de una sociedad igualitaria, aunque al final del periodo comienzan a aparecer tumbas con claros indicadores de alto estatus en Abadiya, tumbas B101 y B102; Nagada, Cementerio Predinástico Principal, tumbas 1587, 1503, 1497 y 1610 –en la que aparece un vaso cerámico cuyo adorno consiste en una corona roja tallada en él; Abidos, Cementerio U, tumbas U-502 ó U-239; o Hieracómpolis, Cementerio de la Localidad 6, tumbas 3  y 6 (información obtenida de la página web de Francesco Rafaelle).

En resumen, el Amratiense representa un cambio significativo respecto al Badariense, un movimiento hacia adelante en términos sociales aunque los cambios materiales no parecen demasiado grandes, el tipo cerámico Black Topped (de borde negro), característico del Badariense, continua en el Amratiense (aunque sin el característico “ondulado” badariense) pero otros elementos decorativos se convierten en comunes, por ejemplo aparecen los vasos White Cross-Lined así como escenas representando personas y animales. Fue una extensión del Badariense en todas partes fuera de la  propia zona de el-Badari. Nagada I representa un incremento de riqueza y habilidades, de la conciencia de uno mismo y un movimiento creciente hacia la vida en poblados, basada en el cultivo de plantas y en el cuidado de animales. De hecho, según Castillos (Castillos, 1982 “A Repraisal...”: 173-177) durante el periodo Nagada I tuvieron lugar una serie de cambios drásticos en el Alto Egipto que parecerían indicar un más avanzado nivel de estructura social, compatible con una sociedad organizada en torno a clases, marcando la diferencia la organización social que implican los hallazgos.

Como ya hemos dicho antes, la Cultura Amratiense obtiene su nombre del yacimiento de el-Amra, al sur de Abidos y en el comienzo del meandro que forma el Nilo, pero está representada en numerosos lugares, desde Matmar al norte hasta Wadi Kubbaniya y Khor Bahan al sur. Durante las extensivas excavaciones llevadas a cabo por Petrie y Quibell fueron descubiertas alrededor de tres mil tumbas que databan del periodo predinástico de las cuales se obtuvo abundante información a través de los restos recuperados, mucha más que la proporcionada por los asentamientos.

En sus características esenciales, los enterramientos continúan, al menos durante la primera parte del periodo Amratiense, siendo muy similares a los que hemos visto en el Badariense. De esa forma vemos como el muerto es enterrado, generalmente,  sobre su lado izquierdo, en posición contraída o fetal, con la cabeza hacia el sur y mirando, por lo tanto, hacia el oeste.

Durante el Amratiense los cementerios siguen siendo las principales fuentes de información, frente a la escasez de datos proporcionados por los asentamientos, por ese motivo comenzaré, tal y como sucedía con el Badariense y como sucederá con los siguientes periodos de la cultura Nagada, con el estudio de los cementerios.

Cementerios Amratienses / Nagada I

Como acabamos de señalar, las prácticas funerarias del Amratiense son semejantes a las del Badariense, sobre todo durante la parte más temprana de aquella cultura, agujeros circulares y poco profundos y sin apenas muestra de diferenciación social. Sin embargo un estudio estadístico llevado a  cabo por Castillos (1982) indica que hubo un incremento en el número de cuerpos enterrados en pequeños agujeros mientras, de forma simultánea, un pequeño número de individuos comienzan a ser enterrados en tumbas más grandes y mejor equipadas. En este sentido, el ejemplo de Hieracómpolis es significativo (Hoffman, 1982) ya que, en efecto, las tumbas Amratienses de Hieracómpolis, aunque ya saqueadas, son destacables por su forma rectangular y tamaño inusual (la más grande mide 2,50 x 1,80 m). En el caso de dos de esas tumbas, el equipamiento incluye unas magníficas cabezas de maza en forma de disco, hechas de pórfido, y que eran, sin duda, un símbolo de poder.

La práctica de cubrir o envolver el cuerpo en una piel de animal tiende a desaparecer y los primeros ataúdes de madera o de arcilla hacen su aparición. Como en el Badariense, los hombres, mujeres y niños son enterrados a lo largo de todo el cementerio sin ninguna zona diferenciada por sexo o edad.

Vandier nos señala las necrópolis Nagadienses que él considera más importantes (Vandier, 1952: 234) y que son: Armant, Khouzam, Nagada, Diospolis Parva, Abidos (que incluye el-Amra y el-Mahasna) y Badari.

Entre todos estos yacimientos, Vandier considera que dos son particularmente importantes ya que han permitido estudiar, en un mismo entorno, la evolución de la tumba desde el comienzo del Amratiense al comienzo de la época Tinita. Se trata de las necrópolis de el-Amra y el-Mahasna.

En el-Amra, Maciver y Mace han distribuido las tumbas sacadas a la luz en este yacimiento en nueve grupos, de estos grupos veremos a continuación y por ahora, los correspondientes al periodo Nagada I. Los cambios en la construcción de tumbas y en el rito funerario se manifiestan sucesivamente y dependen, lógicamente, de la evolución de la sociedad Amratiense. Al principio se observa una diferenciación de tipos de tumbas, lenta pero continua, y ya en las etapas finales podemos comenzar a hablar de la existencia de los primeros vestigios de lo que podríamos denominar como “arquitectura funeraria”.

De las nueve clases diferentes de tumbas detectadas por Maciver y Mace tres pertenecen, total o parcialmente, al periodo Amratiense, son las siguientes:

Figura 6
1.- Fosas redondas y poco profundas (ver figura 6 - 150.1 de Vandier). La profundidad media varia de 1  a 1,30 m. La superficie interna resulta escasamente suficiente como para poder “acostar” allí al muerto en la posición acurrucada habitual y para poder situar, alrededor de él, un ajuar funerario generalmente muy escaso y pobre y que ha permitido datar a esta primera categoría de tumbas en la primera época de Nagada, entre las SD 30 y 38 de Petrie.
Figura 7

2.- El segundo grupo incluye las tumbas con forma oblonga, casi rectangulares con los ángulos redondeados, y las tumbas groseramente ovales (ver fig. 7 – 150.2 de Vandier). Estas tumbas son, normalmente, más profundas que las anteriores, ahora la profundidad media se sitúa entre los 1,60 y 1,90 m. La longitud y la anchura varían mucho, las más pequeñas, normalmente también las más antiguas, son apenas poco más grandes que las fosas redondas del primer grupo. Las otras pueden alcanzar dimensiones bastante considerables. Esta categoría, a su vez, se subdivide en dos grupos, uno que comprende las tumbas no techadas, que se remontan a la época de Nagada I, y el otro subgrupo comprende las tumbas cubiertas o techadas que pertenecen, casi exclusivamente, al segundo periodo de Nagada o Gerzeense.

Figura 8
3.- Hacia el final de Nagada I comienza a aparecer una variante específica entre las tumbas de esa época, las tumbas con nichos u hornacinas. Según Vandier (1952: 236) todas estas tumbas que él denomina “tumbas de nicho”, salvo dos, son posteriores a la SD 41 y constituyen, en cierta forma, un desarrollo de la clase precedente, exigido por la importancia creciente del ajuar funerario, cada vez más numeroso y de mayor valor. Ahora se depositan más vasos y más grandes cuyas dimensiones exigen un espacio más amplio. Se pasa, pues, de depositar los vasos alineados a lo largo de una de las paredes de la tumba (ver fig. 8 – 150.4 de Vandier) de forma que se dejara más espacio para la colocación del cadáver, a establecer una separación neta entre el cuerpo y las ofrendas. Para ello cavan en la fosa una especie de “bancada”, a un nivel más elevado que la superficie donde se depositará el cadáver, sobre la cual se depositarán las ofrendas (ver fig. – 150.3 de Vandier). Al final sólo ciertos bienes de tipo personal eran situados muy cerca del cuerpo mientras que el resto eran separados del cadáver y situados en nichos o incluso, más adelante, en habitaciones subsidiarias  que complicaron la estructura de las tumbas.

Ayrton y Loat, en Mahasna (Ayrton y Loat, 1911), hacen otra clasificación de tumbas en base a las encontradas en ese yacimiento, reconocen seis clases diferentes pero, por ahora, veremos sólo las correspondientes al periodo Nagada I:

1.- Clase A: Se trata de fosas redondas y poco profundas. Esta Clase A se correspondería con la primera clase de el-Amra. Poco más se puede decir sobre estas tumbas extremadamente simples y cuya profundidad no sobrepasa jamás 1,30 m. Son poco numerosas en Mahasna y remontan a la primera época de Nagada.

2.- Clase B: Fosas oblongas o groseramente ovales, que se corresponden con la segunda clase de el-Amra. Como sucedía en el-Amra, las tumbas más antiguas, las pertenecientes a Nagada I, no estaban techadas mientras que las más recientes, las de Nagada II, son coronadas por un techo.

Otros yacimientos en Egipto

Myers, a propósito de Armant, se contenta con decir que las tumbas más ancianas eran ovales y las más recientes, rectangulares. Las  primeras pertenecían a Nagada I.

Petrie y Quibell, en Nagada, no describen la forma de las tumbas, no obstante tras la publicación de algunas tumbas, se constata que las fosas eran tanto ovales como rectangulares.

Durante todo el periodo Nagadiense, el muerto es acostado en posición contraída o fetal, probablemente imitando la posición adoptada durante el sueño. El grado de contracción no es siempre  el mismo, algunos cuerpos están extendidos, casi estirados (aunque son la excepción) mientras que otros tienen las rodillas prácticamente tocando el mentón. Lo más frecuente es que el cuerpo repose sobre el lado izquierdo, la cabeza hacia el sur y el rostro hacia el oeste. En el sur, tanto en el Amratiense como en el Gerzeense, la costumbre de acostar al muerto sobre el lado izquierdo, con la cabeza hacia el sur está tan bien atestada que casi podemos hablar de una regla. Las manos son llevadas, aunque no siempre, hasta delante del rostro.

El cuerpo está envuelto en una especie de estera hecha de material vegetal, cañas o ramajes, sobre todo y al menos, durante la primera época de Nagada. El porcentaje puede variar sensiblemente de una necrópolis a otra. Esta costumbre disminuye progresivamente a medida que se avanza en el Gerzeense, en efecto, se puede admitir que la estera tiende a desaparecer en el momento en el que el sarcófago comienza a imponerse. En estas condiciones, la estera de materiales vegetales podría ser considerada como un sarcófago primitivo. A menudo el cuerpo estaba envuelto en una piel de animal, generalmente una piel de cabra, costumbre atestada en las dos primeras épocas de Nagada.

En ciertas necrópolis del Alto Egipto, sobre todo en el grupo del sur, sucede frecuentemente, más en época Amratiense, que varios cuerpos sean enterrados en la misma tumba. La tumba que no es individual tiene dos o tres esqueletos pero generalmente más. Otra práctica específica del Amratiense parece ser la del desmembramiento intencional del cadáver.

Creo interesante incluir, a modo de resumen, lo que Ana Isabel Navajas nos dice sobre los cementerios de Nagada I (2009: 51). Señala que los amratienses tenían en común con los badarienses los cementerios. Entre las necrópolis de Nagada I predominan los enterramientos con un único individuo aunque aparecen también enterramientos colectivos, dos individuos que son, por lo general, una mujer y un neonato o un niño de corta edad. Los difuntos reposan, bien en el interior de un hueco simple no muy profundo, bien en una fosa oval o bien en una estructura rectangular más elaborada. Al final del periodo Nagada I aparecen ataúdes realizados en madera, terracota o mimbre. En ocasiones, en la tumba hay una especie de nicho excavado en la tierra donde se coloca el ajuar funerario. La posición del cuerpo es la tradicional, en posición fetal, recostados sobre el lado izquierdo, la cabeza orientada hacia el sur y la cara mirando hacia occidente. Las manos suelen estar colocadas cerca del rostro o el pecho. Muchos de ellos, vestidos con un paño o un taparrabos de lino, no reposaban directamente sobre el suelo, sino que lo hacían sobre una estera, mientras que el cuerpo solía estar envuelto en una piel, generalmente de cabra o de gacela. En ocasiones, la cabeza se colocaba sobre una almohada realizada en cuero o paja. Finalmente otra estera solía cubrir al difunto antes de que fuera recubierto con la arena. Las prácticas de enterramiento, pues, son algo más elaboradas que en periodos precedentes, aunque todavía no se puede hablar de un cambio sustancial. La totalidad de la cultura material que se conoce de los grupos de Nagada I procede de los enterramientos, por lo que la visión que tenemos de esta sociedad es muy parcial. Existe un gran desconocimiento sobre la vida diaria de estas gentes. Es posible que parte del ajuar funerario que se introducía en la tumba hubiera pertenecido al difunto en vida y el resto se fabricara ex-profeso para ese acontecimiento. En algunas ocasiones parece como si el objetivo de las ofrendas funerarias hubiera sido señalar la identidad de la persona, siendo muy significativos los casos donde el difunto cuenta con un único elemento distintivo como ajuar: una figurita antropomorfa de arcilla; algún elemento de cobre; o un cuchillo de piedra (del tipo ripple-flaked). Por regla general, los materiales más abundantes en las tumbas son las cerámicas.

Principales Cementerios del Amratiense / Nagada I

Nagada

El principal cementerio, en el que más tumbas se excavaron fue el de Nagada. En efecto, Nagada es la necrópolis predinástica más grande que ha sido excavada en Egipto y consiste en tres diferentes áreas:

La más importante contiene 1953 tumbas que fueron numeradas consecutivamente desde el número 1 en adelante.

Después está el área B, con 137 tumbas, numeradas B-1, B-2, etc.

Y, por último, está el área T, con 103 tumbas, numeradas T-1, T-2, etc.

De esta forma la excavación completa en Nagada sacó a la luz cerca de 2200 tumbas. De estas, 138 han sido publicadas, pero solamente de 24 de ellas se han proporcionado dibujos, que están en la publicación original (Petrie y Quibel, 1895: láminas LXXXII y LXXXIII).

El cementerio adjunto de Ballas fue excavado por Quibell al mismo tiempo que Petrie estaba trabajando en el cementerio de Nagada. Desafortunadamente las tumbas fueron numeradas de nuevo a partir del número 1 y sin ninguna indicación o marca añadida. Había aproximadamente 900 tumbas y solamente 36 de ellas fueron dibujadas. Con la excepción de estas 36 y de unos pocos objetos marcados como “Ballas” en la publicación, es prácticamente imposible diferenciarlos de los de las tumbas 1 a 900 de Nagada. Algunos objetos que llevan la letra “Q” parecen proceder de Ballas, pero esta letra fue también escrita en objetos de Nagada que fueron excavados por Quibell cuando él hubo finalizado su trabajo en Ballas y acudió a ayudar a Petrie en Nagada. Las tumbas excavadas por Quibell en Nagada tienen sus números por encima del número 1000.

Nagada, ya lo hemos dicho, es la necrópolis predinástica más grande descubierta hasta ahora. Desgraciadamente la mayor parte de las tumbas no han sido descritas en los informes de las excavaciones. Según Petrie y Quibell, las más importantes han sido publicadas, pero sus descripciones son bastante someras. Los esfuerzos de investigadores posteriores, como Baumgartel en 1970 (Petrie's Naqada Excavation) , no han corregido del todo los errores cometidos por aquellos que llevaron a cabo las excavaciones. No obstante todo lo anterior, es posible señalar algunas de las principales tumbas de Nagada, si bien no siempre es posible datarlas con precisión:

Cementerio Principal de Nagada

A modo de ejemplo he seleccionado una serie de tumbas que cumplen dos condiciones, pertenecer a los cementerios de Nagada y entrar dentro del margen de las S.D. de Petrie correspondientes al Amratiense o Nagada I, del 30 (del 31 realmente –explico la función de la S.D. 30 en la página dedicada a la datación del Predinástico) al 38, no pretendo ser exhaustivo, con uno o dos ejemplos por S.D. será más que suficiente en la mayoría de los casos.

1.- S.D. 30:

De acuerdo con los datos que nos ofrece Petrie (Petrie, “Prehistoric Egypt”, 1920: lámina LI) la única tumba del Cementerio Principal de Nagada que pertenecería a este nivel, casi “fantasma” (en realidad las Sequnce Dates deberían comenzar por el número 31 para ser cincuenta y no cincuenta y una como son en realidad, además de corresponder a unas tumbas muy concretas, circunstancia que explico en la página correspondiente a la datación del predinástico aunque adelanto aquí que esta S.D. está reservada para las 16 tumbas encontradas en Abadiya), si bien el autor deja abierto el abanico de posibilidades y la data entre las SD 30 y 34, es la Tumba 387. En la obra Naqada and Ballas (Petrie y Quibell, 1896) no aparece ningún dato añadido sobre esta tumba y hemos de acudir a la obra de Elise Baumgartel (Petrie’s Naqada Excavation, a Supplement, 1970: página XVI). A través de esta fuente nos enteramos que en la tumba aparecieron tres recipientes cerámicos: uno de la clase Black Topped Pottery (B-ware) perteneciente, concretamente, al grupo 58A del Corpus de Petrie (Petrie, 1921: lámina VI). Otros dos recipientes cerámicos pertenecen a la clase Rough Pottery (R-ware), de los tipos 84D y 85P (Petrie, 1921: láminas XLII y XLIII), estos recipientes muestran en su superficie dos “marcas” incisas numeradas con los números 117 y 122 (Petrie y Quibell, 1896: lámina LIII). La realidad es que todo hace dudar sobre la correcta datación de esta tumba, aunque sea de forma parcial, en la SD 30. De hecho, en el “Corpus” cerámico (Petrie, 1921: lámina LIII), le otorga al ejemplar 85P una SD mucho más posterior, la 57.

2.- S.D. 31:

Tumba 241, perteneciente, según Petrie, (1920: LI) al periodo comprendido entre las SD 31 y 37. Tampoco Petrie incluye información alguna sobre esta tumba en su obra sobre Nagada y Ballas (Petrie y Quibell: 1896), sin embargo, Baumgartel sí incluye en su trabajo (Baumgartel, 1970: página X) unas notas procedentes del propio Petrie, en las que nos informa que en la tumba se encontraron: 24 tarros del tipo Polished Red (P-ware), del tipo P56B (tipo datado en el Corpus de Petrie, 1921: lámina XII, entre las SD 31-58); 12 bandejas ovaladas rojas y negras; 2 vasos de alabastro; una paleta de pizarra con forma de ciervo datada en la SD 31 (Petrie, 1921: lámina LII, 4S –UC 4243); y una etiqueta de hueso, que Baumgartel clasifica como de marfil (AM.95.897). Baumgartel añade también dos recipientes del tipo Black-Topped (B-ware) de los tipos 54B (datado en el Corpus entre las SD 35-37) y 62B (datado en el Corpus entre las SD 34 a 59) (Petrie, 1921: lámina VI) a los que hay que añadir un fragmento cerámico que contiene una “marca”, numerada con el número 347 (UC 4244) (Petrie y Quibell, 1896: lámina LV).

Tumba 1449, también datada en la SD 31 por Petrie (1920: LI). Como ya es casi habitual la única información que obtenemos de esta Tumba procede del trabajo de Baumgartel (1970: XLIII), que nos dice que en dicha tumba se encontraron varios recipientes cerámicos, y de ellos, pertenecientes a la clase cerámica Black-Topped (B-ware) los siguientes: tipo 16 (AM 95.1214); tipo 25H, curiosamente datado en el Corpus entre las SD 36 y 50; tipo 35H, que contiene un relieve de Hathor (AM 95.1220); por último un recipiente del tipo 92B (datado en el Corpus entre las SD 31 y 37) (UC 4129). Aparece también un recipiente de la clase cerámica Fancy  (F-ware) del tipo 85A (datado en el Corpus entre las SD 31 y 73 (todos estos ejemplares pueden hallarse en Petrie, 1921: láminas II a XIX).

3.- S.D. 32:

Tumba 273 (Petrie, 1920: LI). En esta ocasión tampoco Petrie nos deja nada escrito, de forma directa, sobre esta tumba, de modo que hemos de recurrir a las investigaciones de Baumgartel para poder aportar algún dato sobre esta tumba tan temprana. De las notas que el propio Petrie dejó en el University College, Baumgartel obtiene el dato de que en la tumba aparecieron 8 potes de la clase Decorated (D-ware) numerados con el número 72 (AM 95.611), cuenco abierto  y cuya decoración consiste en cuatro ramas que desde el fondo del recipiente alcanzan el  borde superior, datado en ese mismo Corpus (1921: XXXVI) en la SD 32. En la misma tumba aparecen, según las notas de Petrie publicadas por Baumgartel, dos recipientes “r.b.” rojos y negros y un recipiente “r.p.”, rojo pulido. Además aparece la pierna de una figurita de marfil (AM 95.981) y un guijarro.

De la misma época, SD 32, (según la lámina LI de Petrie, 1920) es la Tumba 1676. Curiosamente de esta sí que podemos obtener información vía directa de Petrie ya que nos la explica, aunque de forma somera (Pettrie y Quibell, 1896: 29). Se trata del enterramiento de dos cuerpos, uno de ellos masculino sin que se sepa el sexo del otro,  uno delante del otro estando la cabeza del situado más al oeste  bajo el cuerpo situado más hacia el este. Detrás de la pelvis más oriental apareció una cabeza de lanza de sílex (del tipo 66, véase la lámina LXXIII de Petrie y Quibell, 1896), detrás de la pelvis situada más al oeste aparecieron dos lanzas de sílex del mismo tipo 66 y un largo cuchillo de doble filo (Petrie y Quibell, 1896: lámina LXXII,  52). Frente a los hombros del cuerpo del lado oeste aparece una cabeza de maza; frente a la espalda del cadáver situado al oeste aparece un cuenco rojo con líneas blancas del tipo White Cross-Lined (C-ware) del tipo 65. Sobre la cabeza aparece una jarra de basalto. Los tipos cerámicos que nos aporta Baumgartel difieren de lo que Petrie nos dice en 1896, la primera dice que, si bien pertenecen a la clase White Cross-Lined, son tres los recipientes cerámicos y no sólo uno como cita Petrie (Baumgartel, 1970: página LIII), los dos primeros de los tipos 13M y 52 y el tercero, que debería ser el citado por Petrie como del tipo 65, en el trabajo de Baumgartel nos aparece como del tipo 64B, del mismo estilo ambos pero con marcadas diferencias como para poder ser confundidos.

3.- S.D. 33:

Tumba 1821, datada entre las SD 33 y 37 (Petrie, 1290: LI), es una de las pocas que Petrie explica en su obra (Petrie y Quibell, 1896: pág. 29), de ella dice que se trata de un cuerpo normal, delante del pecho encuentra una gran paleta romboide y una lanza de sílex (1896: LXXIII, 66). En la parte sudoeste halla un peine de marfil (1896: lámina LXIII, 55), un pin de cobre y considerable cantidad de piel, coloreada en blanco con líneas en zigzag de amarillo y negro (1896: LXIV, 104). A todos estos elementos, Baumgartel añade un recipiente cerámico de la clase Polished Red (P-ware) y del tipo 11D, un cuenco sencillo y que, según el Corpus, está datado entre las SD 31 y 65 (1921: lámina IX, 11D). Baumgartel nos aclara también que la paleta cosmética es del tipo romboide 90H (1921: lámina LVIII, 90H -UC 4232-).

Figura 9
Tumba 1613, que no aparece entre las tumbas detalladas por Petrie en "Naqada and Ballas" (1896) pero que sí nos la encontramos en la página oficial del University College, sede del Petrie Museum, donde podemos ver el plano original de la tumba dibujado por el propio Petrie (figura 9 y recreación en figura 10).

Figura 10
Así mismo podemos también encontrar información sobre esta tumba en la obra de Baumgartel (1970: LI). De forma que, podemos decir sobre esta tumba que está datada en la SD 33, alrededor del 3800 a.C. y que tiene una forma aproximadamente rectangular, con los ángulos redondeados, y con unas medidas de 60 x 70 cm. El contenido de la tumba es el siguiente: un conjunto de anillos de marfil, dos de ellos con protuberancias (UC 4199-208); brazaletes de marfil (UC 4210-11); brazaletes de concha (UC 4212-4); fragmento de marfil (UC 4209); cuentas de marfil, arcilla, ágata o esteatita (UC 4215); una paleta cosmética romboide. En cuanto a la cerámica nos encontramos con un recipiente del tipo B-ware, B29-D del Corpus (AM 95.285);  un recipiente P-ware, P34E del Corpus (AN 95.770); varios recipientes del tipo C-ware: C27N (UC 4216), C69 (QM 95.467), C81 (AM 95.343), C82; un recipiente de la clase R-ware, R15 (UC 4217); una paleta cosmética romboidal (la correspondencia de las abreviaturas de las clases cerámicas puede verse en la página "Tipos Cerámicos de Petrie" cuyo enlace incluyo al principio de ésta).

4.- S.D. 34:

Tumba 223. Ejemplo palmario de la escasa información que, en ocasiones, solía proporcionar Petrie en sus informes. En efecto, en la página 25 de Naqada and Ballas (1896: 25) nos dice  de la tumba 223: "Lanza de sílex (LXXIII, 66) que estaba detrás de la pelvis. F.", eso es todo. Hemos de acudir a Baumgartel para obtener un poco más de información, no mucha más por cierto. En la página IX de la obra de Baumgartel (1970), en la columna que incluye las notas de los cuadernos de Petrie se nos dice: 11 vasijas: P58A, 5 r.b. (red and black), 2 r.p. (red polished), cuenco, cola de pez. Hemos de acudir a la columna donde están incluidas las generalidades para enterarnos que eso denominado “fishtail” es un objeto de sílex en forma de cola de pez que, pese a que Baumgartel nos indica  una posible ubicación del dibujo en I, 12 (MM.5579), posiblemente se corresponda al dibujo que aparece en la lámina LXXIII, 66 (Petrie y Quibell, 1896) ya que en la relación de tumbas en las que se ha encontrado un objeto semejante aparece la tumba 223. Respecto a la cerámica, Baumgartel nos indica que, entre los objetos citados por Petrie aparecen dos recipientes de la clase Black-Topped (B-ware), exactamente de los tipos 26C (AM 95.312) y 58C.

Figura 11
Tumba 1471: De acuerdo con el esquema dibujado por Petrie y que podemos ver en la página web oficial del University College (figura 11) http://www.digitalegypt.ucl.ac.uk/naqada/tombs/1471.html se trata de una tumba prácticamente rectangular con unas medidas de 80 x 60 cm y sin que, a primera vista, puedan obtenerse muchos más detalles del dibujo salvo la presencia de una serie de recipientes cerámicos y de un conjunto de guijarros. En la esquina inferior izquierda aparece un objeto, no demasiado grande, desde el cual sale una flecha hacia las palabras “New Race”. En principio nada hace suponer la existencia de huesos en la tumba. Fijándonos en lo que Baumgartel dice de esta tumba vemos que, además de los guijarros (UC 5087), hay tres recipientes cerámicos de la clase B-ware, pertenecientes a los tipos 22J (UC 5688); 26B (AM 95237); y el tercero del tipo 25C (AM 95.328) o 323 según Baumgartel). Esta última jarra es remarcable ya que contiene dos marcas incisas en su superficie, las numeradas M9 y M27 (Petrie y Quibell: 1896, lámina LI) que representan a sendos animales cuadrúpedos, quizás un hipopótamo el 9 y un íbice el 27, aunque esta afirmación no deja de ser, simplemente, mi opinión (ver figuras 12 y 13 respectivamente).

Figura 12
Figura 13
5.- S.D. 35:

Figura 14
Tumba 1610. Se trata de una tumba bastante pobre y cuya única referencia, más o menos directa, la he encontrado en el trabajo de Baumgartel (1970: LI). Su importancia reside en el hecho de que se encontró en ella un fragmento cerámico, de la clase Black-Topped (AM 95-795) que incluía un dibujo en relieve (Petrie y Quibell 1896: LII, 75), tratándose, nada menos en esa época tan temprana, de la corona roja del bajo Egipto (ver figuras 14, 15 y 16), la representación más antigua de dicha corona de la que se tiene noticia, de ahí la importancia que tiene esta tumba. Aparte del fragmento con la corona roja grabada, sólo apareció otro recipiente cerámico, también de la clase Black Topped y del tipo 63C del Corpus de Petrie.

Figura 15
Figura 16
6.- S.D. 36:

Tumba 286, aparece explicada, de forma sucinta, eso sí, en la página 26 de Naqada and Ballas (Petrie y Quibell, 1896), sin embargo esta tumba no aparece recogida en la obra de Baumgartel (1970) y la incluyo más por dejar patente la forma tan escueta de explicar algunas de las tumbas por parte de Petrie y sus ayudantes que por el interés que pueda tener. Petrie nos la explica así: “El cuerpo perturbado, siete vértebras juntas, los dedos y un peine juntos. Una rótula por debajo de una jarra en una olla. Una botella cuadrada de cerámica (del tipo F 62B) en el oeste. Y una cabeza de perro. El agujero tenía unas dimensiones de 90 x 50 y 40 de profundidad”.

Tumba 1611, aparece explicada en la página 29 de Naqada and Ballas (Petrie y Quibell, 1896) y en la página LI de  la obra de Baumgartel (1970). Petrie nos dice en 1896 que sólo aparecen doce vértebras y un brazo. Delante del cuerpo un rollo de cuerda de cuero; un húmero y un bastón unidos por cuero;  fragmentos de cuero rojo al norte de él; un fragmento de madera con pintura roja y verde al sur de la misma; dos fémures dispuestos en paralelo de norte a sur en el lado este. Una estatuilla en la parte media del lado norte y fragmentos de otra en el relleno. Jarras del tipo Black-Topped. El agujero tenía unas dimensiones de 70 por 60 cm y 70 cm de profundidad. En este caso la información que nos proporciona Baumgartel es todavía más escueta: en la columna de generalidades nos dice que en la tumba hay un fragmento de una figurita femenina de arcilla (AM 95.125); madera con piel (UC 5056); fragmentos de piel, rojo (UC 5924). En cuanto a la cerámica, en la columna correspondiente a la clase cerámica Black-Topped, aparece reflejado el tipo 27D.

7.- S.D. 37:

Figura 17
Tumba 1426: En Naqada and Ballas (1896: 28) se nos dice que el cuerpo es normal, las rodillas situadas más bien altas y el cráneo vuelto. De alguna manera hay mechones de cabellos separados en la zona sudoeste de la tumba. Frente a las rodillas hay tres colmillos de marfil, uno sólido y los otros dos huecos. Hay mucha cerámica de la clase Black-Topped a lo largo de los lados este y sur con muchas marcas incisas en ella (Petrie y Quibell, 1896: láminas LII y s.s.,  marcas 46, 383 a 389, 425 y 492, ver figura 17). Baumgartel, a su vez (1970: XLII) nos habla de los colmillos de marfil (UC 4248-9), de un vaso cerámico de la clase Decorated Pottery (D-ware), del tipo 29A (AM 95.610) y de nueve recipientes de la clase Black-Topped de los siguientes tipos: 6E (UC 4245); 21E (UC4247); 27D (OIC 1814); 54AB (AM 95.275); 57B con la marca M387 (UC 4246); 58B, marca M385 (Be 12989); 58C,  marca 386 (Be 12994); 63B, marca M425 (AM 95.276); 63B, marca 46 (AM 95.320).

8.- S.D. 38:

Figura 18
Tumba 271, perteneciente a la SD 38, datada pues de finales del periodo Amratiense o Nagada I, muestra una forma aproximadamente rectangular, de grandes dimensiones y con los ángulos redondeados (ver figura 18 con el plan de la tumba). Esta tumba había sido saqueada y no contenía nada más que dos huesos de las espinillas del cuerpo y un fragmento del cúbito del antebrazo, sin embargo la tumba es de gran interés.

Figura 19
La característica más llamativa era un conjunto formado por cuatro estatuillas de marfil colocadas en fila (Petrie y Quibell 1896: lámina LIX, 7) y que estaban situadas a lo largo del lado este de la tumba, detrás de la posición que hubiera debido ocupar el cuerpo, en un lecho de arena. A partir de las notas de Petrie, que Baumgartel ha obtenido sobre la tumba 271, conocemos que se encontraron: 16 recipientes cerámicos: 4 rojos y negros; ollas; 6 botellas; 3 vasos de piedra; un sílex en forma de cola de pez; etiquetas; resina; dos pizarras; pez 9D; malaquita; figuras de marfil; tubos de coral; vestidos y pinturas (ver figura 19 con algunos de los objetos hallados). De acuerdo a lo que nos dice Baumgartel podemos especificar un poco más: tres recipientes de la clase Black-Topped, tipos 27F, 57A y 76G del Corpus; además un vaso de alabastro, número 130 (AM 95.177); una paleta cosmética del tipo 9D del Corpus (AM 95.841); un fragmento de coral de la especie “tubipora música”; un sílex en forma de cola de pez (AM 95.1000); figuras de marfil (AM 95.129); fragmentos de otra figura de marfil (UC 4251-3); las piernas de una figura de marfil (AM 95.135); un amuleto de pizarra;  y guijarros.

Figura 20
Tumba 1464, cuyos datos obtenemos por dos vías, la obra de Baumgartel (1970: XLIV) y en la página web del University College de Londres (http://www.digitalegypt.ucl.ac.uk/naqada/tombs/1464.html), donde nos informan que pertenece a la SD 38 y con una datación absoluta de alrededor del 3600 a.C. El contenido de la tumba  es ciertamente pobre pero considero interesante incluirla por disponer del plano dibujado por el propio Petrie (ver figura 20). Los objetos hallados son los siguientes: tres recipientes de la clase B-ware, de los tipos 19B, 27K (UC 4262) y 42K (UC 4261); un recipiente de la clase R-ware, del tipo 1B (AM 95.751).

La creación de la necrópolis T de Nagada data de finales del periodo Amratiense o Nagada I y pasa a ser el lugar de enterramiento de los cadáveres de personas particularmente importantes, probablemente como consecuencia de su estatus social. El nombre del cementerio T procede de la circunstancia de estar al lado del túmulo, de cuya inicial tomaría, a partir de entonces, su nombre.

Figura 21
De finales de Nagada I o principios de Nagada II (Ic-IIa) es la tumba T 4, del cementerio T. Sus dimensiones son 3,5 m por 2 m (ver figura 21). Esta tumba es, de alguna forma, una tumba compleja conteniendo restos de tres periodos, sobre todo del que nos interesa ahora, denominado por Petrie el “New Race Type”, y al menos de cuatro individuos diferentes. Desgraciadamente la descripción publicada en el informe de Petrie y Quibell (1896) no es precisa y los esfuerzos de los investigadores posteriores por fijar los detalles concernientes a la posición del difunto y de la disposición del mobiliario funerario se tropiezan con grandes obstáculos (Davis, 1983). No obstante, la forma, las dimensiones de la tumba y su mobiliario funerario indican la alta posición social de al menos uno de los difuntos (Cialowicz, 1998: 27). Se puede ver el plan de la tumba en la lámina LXXXII de Naqada and Ballas (1896; ver figura 21 arriba a la derecha) donde son mostrados los objetos más importantes de la tumba. Bajo éstos, en un nivel más bajo, había cuatro calaveras y aparecen dispersos restos de huesos de pelvis y de la pierna. Un féretro de madera estaba situado a poco menos de medio metro sobre el suelo de la tumba, conteniendo un cuerpo con la cabeza en su lugar, es decir, sobre la columna vertebral, una de las pocas tumbas en las que fue encontrada esta situación.  Por fuera del féretro, en el extremo de la cabeza se hallaban alineadas una serie de jarras de los tipos Red Polished y Black Topped. En la esquina sur aparecen una serie de objetos curiosos, como por ejemplo tres figuras de pizarra (Petrie y Qibell, 1896: lámina LIX, 2) que estaban atadas juntas por medio de una cuerda. Estas figuras permanecían cruzadas en la posición mostrada en el plan de la tumba, no se podían colocar verticales ya que no tienen bases planas, tampoco estaban hechas para colgar ya que los agujeros estaban en la parte inferior. El único uso que es posible imaginar es que las figuritas estuviesen destinadas para su manipulación en algunas ceremonias con la mano. Cerca de las figuritas  estaba colocado un huevo de avestruz aplastado y sobre éste dos cuernos de marfil (ver uno de los cuernos en Naqada and Ballas, 1896: lámina LXIV, 81). Parejas similares de cuernos o colmillos de marfil fueron encontrados en varias tumbas y en la lámina LXII 34 y 35, están registrados los números de estas tumbas. Un cuerno es macizo en todos los casos mientras que el otro está hueco, agujereado  aproximadamente hasta la mitad de su longitud. A cada lado de la tumba había una paleta de pizarra, una con la forma de un pez y otra con la forma aproximada de un íbice. De acuerdo con Baumgartel, además de las clases cerámicas B-ware y P-ware ya citadas, también aparecen en la tumba un ejemplo de la clase Late (L-ware), del tipo 36A y 8 ejemplos del tipo Rough (R-ware) que muestran la época más tardía de esta tumba.

Hieracómpolis

Es el lugar donde se llevaron a cabo extensivas investigaciones arqueológicas, a partir de la década de los setenta del siglo pasado, por Fairservis y Hoffman. Salvo la tumba 100 (la famosa “Tumba Decorada”, las tumbas más importantes han sido descubiertas  a raíz de dichas investigaciones y, por lo tanto, están mejor documentadas  y aportan más información, al menos en la evolución de la arquitectura funeraria. En la mayor parte de los casos son grandes conjuntos que, sin duda, comprendían las tumbas de élite. Las tumbas fueron saqueadas ya en la antigüedad, no obstante aportaron datos interesantes sobre la parte final del periodo Amratiense, al cual pertenecen algunas de ellas.

En efecto, entre 1979 y 1985, una expedición dirigida por M. Hoffman llevó a cabo excavaciones en Hieracómpolis, concretamente en el área denominada Locality 6 dentro del Gran Wadi o Wadi Abul Suffian, a unos 2 km de distancia del límite del desierto. El Yacimiento o Localidad 6 (a partir de ahora utilizaré casi siempre la expresión "Yacimiento" o "Localidad" indistintamente, seguida por el número correspondiente, para traducir la expresión Locality, que es la utilizada originalmente por los excavadores de Hieracómpolis), se encuentra en el lado oeste del Wadi, flanqueado por pronunciadas  colinas de piedra arenisca al este y al oeste, ocupando una terraza, relativamente plana de sedimentos del Pleistoceno Tardío. El Yacimiento 6 se extiende a lo largo de unos 200 m y promedia unos 35 m de anchura. En la superficie investigada se han encontrado alrededor de 200 tumbas y en el extremo noreste del Yacimiento 6 aparecen restos de un pequeño asentamiento predinástico, datado de finales de Nagada I y principios de Nagada II, en forma de concentración de piedras y basura junto con una pequeña estructura de ladrillos de adobe. Este asentamiento debió estar relacionado con los asentamientos contemporáneos, situados justo enfrente, al otro lado del Wadi y que constituyen los Yacimientos 11 y 14.

Figura 22
En el otro extremo del Yacimiento 6 (ver figura 22), el límite sudoeste, se descubrieron una serie de tumbas que en principio fueron tomadas como Protodinásticas pero que, sorprendentemente dadas sus características, se demostró que pertenecían a la fase final del periodo Nagada I y principio del II. Estas son las tumbas más grandes descubiertas en Egipto datadas en época Amratiense y donde, ciertamente, debían estar enterrados los miembros de la élite local. Estas tumbas demuestran que ciertos procesos, considerados hasta entonces como típicos del Gerzeense, comenzaron, al menos en algunas regiones, mucho más pronto de lo que se había supuesto. Este yacimiento fue ocupado también durante Nagada III, en  época “Protodinástica”. El cementerio del Yacimiento 6 fue encontrado e investigado inicialmente por Green y Garstang (Quibell y Green, 1902; Garstang, 1907) y examinado por Lansing en 1934 (Lansing, 1935). Hubo, al menos, dos fases de pillaje la última en tiempos recientes ya que se encontró una moneda árabe de 1835 cerca de la Tumba 2.

Ahora veremos dos tumbas pertenecientes al periodo Amratiense, las numeradas como 3 y 6 dentro del Yacimiento 6.

Tumba 3

La tumba fue excavada en 1980 por Carter Lupton (Hoffman (ed) 1982: 50-52; Adams, 1996). Esta tumba se presenta inicialmente como una depresión ligeramente cuadrada situada a unos 6,5 m al noreste de la Tumba 2 y, aunque rodeada por las características pilas de tierra dejadas por los saqueadores, la presencia de abundantes fragmentos de cerámica en la superficie sugería que la excavación podría revelar un conjunto de “artefactos” datables. En su parte superior, la visible en la superficie, la Tumba 3 era aproximadamente cuadrada, asumiendo una forma más rectangular conforme pasaba a través de los sedimentos y gravas de la terraza del Yacimiento 6 (Locality 6) hasta que tocó fondo en el lecho de roca arenisca a unos 1,80-1,90 m por debajo de la superficie original, en esta base la Tumba 3 medía 2,50 m de largo por 1,80 m de ancho. La idea, inicialmente sorprendente, de que se trataba de una tumba Amratiense, fue sugerida por los fragmentos perdidos de cerámica del tipo Black-Topped (B-ware) encontrados por el relleno de la tumba. El aclarado completo de la tumba confirmó esta datación.

Figura 23
No sólo fue la cerámica, que incluía numerosos vasos completos que pudieron ser reconstruidos y datados en el periodo Amratiense, sino también una cabeza de maza, de pórfido blanco y negro y con forma de disco, uno de los objetos más característicos dentro del conjunto de los artefactos Amratienses, que fue encontrada en el suelo de la tumba. Esta cabeza de maza (ver figura 23) fue uno de los pocos objetos de valor que escaparon a los ladrones de tumbas. Estaba situada cerca del centro de la tumba, justo por encima del suelo, en un pequeño pedazo de tierra consolidada y parcialmente cubierta por unos pocos huesos de animal semi-articulados, probablemente de cabra. Los huesos estaban depositados sobre una estera hecha con ramas de “Cyperus Alopecroides” sobre madera de tamarisco colocada en el suelo. Otros fragmentos de ramitas, cuero atado con fibras, madera, esteras de fibra entrelazada y juncos atados con fibra fueron encontrados en el relleno de la tumba, así como pedazos de lino. Esto denota la presencia original de una caja o cesta alrededor del enterramiento así como la presencia de recipientes contenedores hechos de materiales vegetales (Adams, 1996).

Figura 24
La mayoría de los recipientes cerámicos pertenecen a dos categorías básicas: pequeños vasos de la clase Black-Topped y vasos atemperados con paja, base cónica y bordes “vueltos” o enrollados. Dos notables excepciones son una jarra de base plana del mismo tipo que los recipientes de borde “vuelto” y un vaso globular, marrón, bruñido con un anillo de base (ver figuras 24 y 25). En efecto, la excavación del relleno produjo numerosos fragmentos cerámicos que pudieron ser, total o parcialmente, reconstruidos en nueve recipientes de la clase Black Topped Red Ware, tipos B21d y B22a del Corpus de Petrie de 1921, y ocho vasos, atemperados con paja, complementados por vasijas del montón de escombros que probablemente proceden de la misma tumba. Una de las vasijas reconstruidas de la Tumba 3 es una jarra, atemperada con paja, recubierta con una capa de color marrón, globular, pulida verticalmente y con una base plana (Hoffman 1982 fig. I.17; Adams y Friedman, 1992: fig. 10.a) con forma análoga entre los tipos Nubios. Cerca de la tumba, pero procedente probablemente también de la Tumba 3, había una jarra de la clase B-ware, globular y fragmentaria (Adams-Fiedman, 1992 fig. 10.c) que es similar al tipo 5b de Maadi y también se encontraron fragmentos de un vaso de basalto con asas en el relleno, cerca de la tumba.

Figura 25
La Tumba 3 puede ser datada entre las Sequence Dates 38-40, o Nagada Ic-IIa en el Sistema de Stufen de Kaiser (1957) es decir, entre el Amratiense Tardío y el Gerzeense Temprano. Ha de ser destacado que sólo había un fragmento de la clase cerámica Roja Pulida (clase C-ware) con un diseño inciso relleno de blanco en asociación con la Tumba 3 y en ninguna de las otras tumbas cercanas excavadas. Este tipo de cerámica ha sido encontrado, sin embargo, en la superficie del cementerio del Yacimiento 6 y también en la superficie del cementerio del Yacimiento 12, al este. Esta cerámica, decorada y relativamente rara, del Predinástico Temprano podría haber sido, sin duda, un objetivo para el saqueo llevado a cabo en tiempos modernos cuando los tipos cerámicos distintivos llegaron a ser objetos adquiribles (Adams, 1996: 1-15). Como ya hemos adelantado, usando estas muestras cerámicas es posible dar una fecha relativa a la tumba, usando las Sequence Dates de Petrie podríamos situarla entre las SD 38 y 40, si usamos el sistema de las “Stufen” de Kaiser, la situaríamos en el periodo Nagada Ic-IIa, esto es, en la transición entre el Amratiense Tardío y el Gerzeense Temprano si usamos la antigua, pero todavía usada coloquialmente, terminología (aprox. 3500 a.C.). En la revisión cronológica formulada por Hendrickx, en la cual la ruptura de fases culturales se establece en el comienzo de Nagada IIb, esta tumba  puede ser considerada perfectamente como perteneciente al Amratiense Tardío, tal y como Hoffman siempre mantuvo.

Muy poco en la tumba estaba “in situ” excepto unas esteras unidas por cordeles atados a láminas de madera con resina, indicando restos de andas (tablero que, sostenido por dos varas paralelas y horizontales, sirve para conducir efigies, personas o cosas o féretro o caja con varas, en que se llevan a enterrar los muertos) cajas o bandejas originalmente dejadas bajo el enterramiento en el suelo. Una de las cajas hechas de estera y madera en el suelo contenía fragmentos de cañas, algunos de ellos tenían sus extremos con muescas y pintados con bandas rojas y negras indicando su uso como astiles de flecha. Otros fragmentos de cesta y madera estaban asociados con una punta de flecha de pedernal rota por su eje transversal.

Los restos osteológicos de la Tumba 3, muy fragmentarios como todo lo demás, incluyen huesos humanos y de animales, identificados como de cabra. Los huesos humanos pertenecen, al menos, a dos individuos. Junto a dos fémures de adulto, un tercer fémur, más pequeño fue encontrado en el relleno, justo unos pocos centímetros sobre el suelo y que a juzgar por sus características, pertenecía a un individuo joven. La mayor parte de un cráneo fue reconstruido a partir de numerosos fragmentos, pero sólo fue encontrada completa la mandíbula derecha. Podía haber pertenecido a un varón. Parece plausible concluir que la Tumba 3 contenía, originalmente, al menos un humano adulto y una cabra, el tamaño de la tumba haría posible pensar que no estaba hecha, originariamente, para más de un cadáver, pero es imposible establecer conclusiones definitivas.

Tumba 6

La Tumba 6 se encuentra al norte de la Tumba 3, los restos dejados por los saqueadores habían formado un borde, aproximadamente circular, rodeando una depresión de unos 3 m de diámetro. Al contrario que la T 3, el suelo de la T 6 no llegaba hasta el lecho de piedra arenisca sino que sólo alcanzaba una fina capa de grava de conglomerado del Wadi, siendo su profundidad media de aproximadamente 1,5 m desde la superficie original. Aunque la T 6 forma una depresión oval en la superficie, gradualmente va adoptando una forma rectangular, adquiriendo unas medidas  de 2,90 m por 1,60 m en su base de forma que era un poco más larga y ancha que la T 3 y, de nuevo, mucho más grande que los estándar ofrecidos normalmente por la cultura Amratiense. La mayoría de los materiales  recuperados de la T 6 aparecieron en el relleno, cerca de la superficie inferior de la tumba. La mayor parte de los contenidos eran similares a los de la T 3. En cuanto a la cerámica fueron encontrados fragmentos de diez vasijas de las clases Black Topped y Rough (B-ware y R-ware), ésta última atemperada con paja. Estos fragmentos fueron reconstruidos y clasificados en las categorías: R81n, R86d, R83, B25f, B25h y B77a. Alrededor de la circunferencia de uno de los recipientes atemperados con paja, del tipo R81, aparecieron tres marcas o diseños incisos diferentes: un animal de cuatro patas, un diseño geométrico que recuerda a una pajarita y una línea vertical con líneas en forma de ramas en la parte superior, este último dibujo puede representar una planta pero también podría ser el estandarte de un nomo egipcio, como los encontrados en los recipientes pintados Gerzeenses, si este fuera el caso, estaríamos ante la representación más temprana de una unidad política. Otra marca de vasija está incisa en la base de un vaso de la clase Black-Topped, el diseño recuerda a una “W” o a una “M. El contenido cerámico de esta tumba nos permite datarla en Nagada Ic-IIa, contemporánea, por tanto, con la Tumba 3.

De nuevo los fragmentos orgánicos eran abundantes en el relleno, incluyendo pedazos de ramitas, cuerdas y elementos de cestería. Se encontraron también numerosos mechones de pelo, quizás de la piel que cubría al ocupante de la tumba. La tumba contenía también un fragmento de cabeza de maza de pórfido y 15 puntas de flecha de pedernal rotas, pero sólo se hallaron dos ejemplares de astas de flecha de caña, como las detectadas en la Tumba 3.

Los huesos humanos eran abundantes y estaban esparcidos a lo largo del relleno, la presencia de de tres fragmentos de maxilares, pertenecientes a tres individuos distintos, sugiere la posibilidad de un enterramiento múltiple. Uno de los maxilares, así como un fémur, correspondía a un sujeto de corta edad. No se encontraron restos de huesos de animales en esta ocasión.

Así pues, en Hieracómpolis, las tumbas Amratienses, aunque saqueadas, son remarcables por sus formas rectangulares y sus excepcionales dimensiones (2,50 x 1,80 m la más grande) que se apartan de lo que, hasta entonces, nos había mostrado el Amratiense. En dos casos, sendas bellas cabezas de maza en pórfido señalan que los propietarios de las tumbas poseían alguna clase de poder, al menos sobre parte de sus conciudadanos. La desigualdad, por lo tanto, parece crecer en los cementerios ya que estas tumbas, grandes y rectangulares, podrían ser las de caciques locales, enterrados entre tumbas más sencillas pertenecientes a los individuos de las clases sociales inferiores.

Lo que resulta evidente es que, todos estos elementos hallados en las sepulturas y que denotan cierta diferenciación social, no están repartidos de forma igualitaria en las sepulturas sino que tienden a concentrarse en algunas de ellas mientras que, al mismo tiempo, intervienen variaciones, tanto morfológicas como del estilo de inhumación en féretros de adobe o madera, claro reflejo de las diferenciaciones sociales sobre cuya naturaleza es imposible pronunciarse con más precisión que la de citar el proceso, iniciado ya durante el Badariense, de diferenciación y jerarquización social.

Abidos

Otra necrópolis de gran importancia es la de Abidos. Además de las tumbas reales de las Dinastías 0 y 1, se ha encontrado un grupo bastante numeroso de importantes tumbas, correspondientes a periodos anteriores y situadas en la necrópolis llamada U (cementerio cuyas dimensiones son de unos 100 x 200 m aproximadamente).

Durante los últimos años, una parte del trabajo del Instituto Arqueológico Alemán en Abidos, Cementerio Umm el Qaab, se ha desarrollado en el denominado Cementerio U, que ha sido re-investigado y completamente excavado. Este cementerio ya era conocido desde las excavaciones llevadas a cabo allí, entre finales del siglo XIX y principios del XX, por E. Amelineau (entre 1895 y 1898), por F. Petrie (1899-1900) y por T.E. Peet (1909-1912), de hecho, Amelineau descubrió entre 150 y 160 tumbas, en su mayoría pequeñas (¡pero durante sólo cuatro días de trabajo!) mientras que Peet sacó a la luz otras 32, pero ni el uno ni el otro publicaron nunca un plan general de la necrópolis y sólo ofrecieron  unos pocos detalles de algunas tumbas y los hallazgos relacionados (Dreyer 1992: 293). Al final han sido varios centenares las tumbas desenterradas (680 según Rita Hartmann, 2010; y unas 400 según Midant-Reynes, 2003: 209), pertenecientes al cementerio U y, de ellas, unas sesenta (Midant-Reynes, 2003: 209) las que han ofrecido resultados sorprendentes, aunque la mayoría de esas tumbas fueron encontradas bastante dañadas, tanto por los saqueadores como por las excavaciones previas, el reciente trabajo ha ofrecido unos resultados sorprendentes referentes al desarrollo de la escritura y de la administración, así como a la emergencia de la realeza en el Egipto Predinástico. A partir de Nagada II, el cementerio U parece haber sido un lugar de enterramiento exclusivo para personas de la élite, tradición que conducirá finalmente a la Necrópolis Real del Dinástico Temprano en Umm el Qaab. Además, durante las excavaciones efectuadas por el Instituto Alemán de Arqueología, han sido encontradas las tumbas del Predinástico Tardío, situadas entre la necrópolis  U y las tumbas Reales, en el llamado Cementerio B, configurando así una continuidad geográfica que confirmaría el hecho de que la necrópolis U debería ser tratada como una parte de la necrópolis de Umm el Qaab. Como el cementerio U cubre completamente el periodo predinástico, desde Nagada I hasta el comienzo de la Primera Dinastía (pasando por el Cementerio B), proporciona, no sólo una oportunidad para el estudio del desarrollo de la arquitectura funeraria y otros aspectos de la cultura material durante el 4ª Milenio a.C., sino también permite re-examinar el marco cronológico del periodo predinástico establecido previamente por Petrie y Kaiser. De especial interés es el hecho de que el Cementerio U estuviera en uso ya durante las primeras etapas de la cultura Nagada (Nagada I temprano) que, o bien no están representados en otros cementerios recientemente investigados o muy raramente lo están, como sucede en Hieracómpolis o Adaima.

Si bien las tumbas, como ya hemos dicho, estaban casi enteramente vacías por las causas señaladas, sus formas, sus dimensiones y los pocos restos encontrados de su equipo funerario indican el alto rango de sus propietarios.

Desde un punto de vista tipológico, las sepulturas se dividen en dos grandes grupos: las simples fosas y las tumbas de cámaras simples o múltiples, a veces desarrolladas con adobe y, si bien las tumbas de la primera época de Nagada I no difieren demasiado de las encontradas en otras partes, al final del periodo aparece un mobiliario funerario excepcional y una construcción mucho más elaborada, no es raro, incluso, encontrar vestigios de madera utilizados para confeccionar techos. Günter Dreyer (1992: 294-295) divide las tumbas del Cementerio U en cinco grupos, algunas de cuyas características son las siguientes:

1.- Grupo a: Se trata de pequeños agujeros sin revestimiento de ladrillos o madera. Entre otras, por ejemplo, tenemos las tumbas U-128, U-130, U-131, U-150, U-201 o U-209. El tamaño medio de estas tumbas es: de 1 a 1,50 m por 2,50 m, con una profundidad entre 1 y 1,50 m. Algunas de estas tumbas presentan restos de esterillas en el fondo. Dos de estas tumbas, la U-203 y la U-207 contenían restos de ataúdes de madera. Otra, la U-206, contenía un ataúd de material cerámico. Todas habían sido saqueadas, incluso algunas no contenían ningún tipo de contenido. La poca cerámica que se pudo hallar, permitió datar algunas de estas tumbas entre Nagada IIb-IId (Dreyer, 1992: 294).

2.- Grupo b: Son grandes agujeros con restos de revestimiento de madera, algunas de las tumbas de este grupo son las siguientes: U-127, U-132, U-133, U-149, U-200 y U-210. El tamaño de las tumbas de este grupo oscila entre 2 y 2,50 m por entre 3 y 5 m, con una profundidad de unos 2,50 m. Aparecen restos de ataúdes de madera en las tumbas U-127, U-132, U-133, U-300 y U-210. Aunque saqueadas, todas parecen haber estado ricamente equipadas. Por ejemplo la U-127 contenía varios objetos de marfil incluyendo un fragmento de un mango de cuchillo decorado; la U-133 contenía, al menos, 20 recipientes cerámicos así como fragmentos de 10 vasos de piedra. Estos elementos han permitido datar este grupo de tumbas en el periodo Nagada IIc/d-IIIa1.

3.- Grupo c: Son las tumbas más tempranas que tienen sólo una cámara y con revestimiento de ladrillos (de adobe). Se trata de las tumbas U-b, U-d, U-e, U-l, U-m, U-n, U-o, U-p, U-r, U-nn, U-uu, U-vv, U-xx, U-yy  y U-zz (para facilitar la distinción, todas las tumbas con presencia de trabajo de ladrillos fueron numeradas con letras en lugar de hacerlo con números, como las anteriores). El tamaño de estas tumbas está entre 3 y 5 m por 1,50 a 3 m y una profundidad entre 1 y 1,50 m. Las tumbas datables pertenecen al periodo Nagada IIIa.

4.- Grupo d: Son las tumbas con múltiples cámaras y podemos destacar las tumbas U-a, U-c, U-i, U-j y U-k. El tamaño del tipo de tumba principal, con tres cámaras, está entre 5 y 5,60 m por entre 3,10 y 3,20 m y una profundidad de alrededor de 1,45 m. La cámara funeraria y los almacenes están conectados por una especie de “puertas”, hendiduras verticales que conectan unas cámaras con otras. Lo más probable es que todas las tumbas de este grupo daten del periodo Nagada IIIa2.

5.- Grupo e: Son tumbas posteriores, de una sola cámara y con un revestimiento de ladrillo, se trata de las tumbas U-f, U-g, U-h, U-s, U-t, U-u, U-v, U-w, U-x, U-y  y U-z. Todas están situadas en el área entre los cementerios U y B. El tamaño de estas tumbas está entre 2 y 2,90 m por entre 4,50 y 7,20 m y con una profundidad entre 1,90 y 2,50 m. De acuerdo con la aparición del tipo cerámico W-ware y unas pinturas que forman un diseño en forma de red, pueden ser datadas entre Nagada IIIa2-IIIb, es decir, en la Dinastía 0.

Entre las tumbas más antiguas, pertenecientes a Nagada I, podemos citar las siguientes:

Tumba U-209

Se puede datar esta tumba de la parte final del periodo Amratiense, aunque correspondería a la fase IIa de Kaiser (Hartung, Dreyer y otros, 1996: 20-1). La fosa era oval, bastante grande, de dimensiones 2,80 x 1,90 x 1,40 m. Sobre el suelo se han encontrado los restos de una estera y de menudos restos de madera sugiriendo que en este lugar fue situado un ataúd de ese material. Había fragmentos de cerámica, sobre todo de las clases B-ware y P-ware de Petrie, dos puntas de flecha de sílex, perlas o cuentas de piedra, conchas o adornos de huevos de avestruz y de arcilla y fragmentos de un peine en marfil adornado con un pájaro.

Tumba U-239

Figura 26
Corresponde a la fase Nagada Ic (Hartung, Dreyer y otros, 1998). Se presenta como una gran forma rectangular de 2,60 x 1,60 y una profundidad de 1,20 m, es decir, de tamaño similar a la anterior.

Figura 27
Figura 28
Estaba fuertemente perturbada, no obstante se descubrió, sobre el suelo, aparentemente “in situ” un recipiente cerámico rojo, un jarrón alto de cerámica, cuya decoración no tenía nada de corriente ya que estaba decorado con una compleja escena representada alrededor de la vasija, se trata de lo que parece ser un jefe  tocado con plumas y con el rabo de un animal colgando de su cintura que blande una maza ante un grupo de cautivos atados (ver figuras 26, 27, 28 y 29), (Midant-Reynes, 2003: 327; y Midant-Reynes, 2000), un vaso excepcional tanto por el tema expresado como por su rareza.

Figura 29
En todo caso se trata del primer ejemplo conocido de lo que se convertiría en el motivo por excelencia de la autoridad egipcia: el rey en posición de golpear a sus enemigos. En el relleno de la tumba, entre algunos fragmentos de cerámica del tipo Cross-Lined y Black-Topped, se hallaron dos figuritas de hipopótamo elaboradas en tierra cocida, con pintura roja; un pequeño recipiente cilíndrico en marfil; pulseras hechas de conchas; y fragmentos diversos de objetos realizados con marfil o hueso (bastones, etc).

Tumba U-279

Figura 30
En esta tumba permanecían restos de esteras y de madera aplicados sobre las paredes. Los elementos de madera sugerían la posible existencia de un ataúd. Entre los fragmentos cerámicos, de los tipos Cross-Lined y Black-Topped del relleno de la tumba destacaba un vaso rojo pulido que ofrecía una decoración en forma de serpiente y de grandes bandas verticales pintadas en blanco (ver figura 30). Una bella lanza bifurcada de sílex presentaba restos de un envoltorio. Dos fragmentos de una paleta romboidal portaban una decoración floral o serpentiforme incisa. La tumba ha sido datada por medio de todos sus elementos en Nagada Ic-IIa. Esta tumba, contenía, además, un vaso ovoide elaborado en cerámica grosera, del tipo Rough de Petrie, y que constituye uno de los ejemplos más antiguos de este tipo de cerámica en contexto funerario.

Tumba U-502

Figura 31
Se trata de una pequeña tumba oval muy perturbada que pertenecía a un niño y que ha sido datada entre Nagada Ib-Ic. Contenía un recipiente de cerámica roja pulida con borde negro en el que ocho personajes femeninos, modelados en arcilla y pegados por el lado interno del cuenco, forman un círculo surgiendo del borde hasta la base del busto, componiendo una figura sorprendente (ver figuras 31, 32 y 33).

Figura 32
Figura 33
Cada mujer posee rasgos individuales, todas llevan las faldas pintadas de blanco y están cogidas de la mano formando un anillo en torno a la parte superior del cuenco (buscar fuente figura 20). Los fragmentos de figuras masculinas encontrados, dan testimonio de que un vaso, sin duda idéntico pero con figura masculinas, hacía “eco” a este documento excepcional. Tal vez estos cuencos sólo fueran un juguete infantil.

Adaima

El yacimiento de Adaima fue descubierto y parcialmente excavado en 1908 por H. de Morgan, redescubierto después por F. Debono en 1973 y por fin excavado, bajo la dirección de Midant-Reynes, desde 1989 hasta 2005. La necrópolis de Adaima puede ser dividida en dos grandes áreas: el Cementerio Occidental y el Cementerio Oriental que, a su vez, puede ser dividido en dos secciones, Norte y Sur. El trabajo de H. de Morgan incluía las excavaciones tanto de la zona de asentamiento como de 14 tumbas en el Cementerio Occidental, también F. Debono excavó, aunque él lo hizo en el Cementerio Oriental, sin embargo la exacta localización de las tumbas no ha podido ser determinada con precisión debido a los cambios en el paisaje desde aquel momento (Crubézy, E., Duchesne, S. and Midant-Reynes, B., 2008: 289-310).

Figura 34
La tumba más antigua, que veremos a continuación, se encontró en el Cementerio Oeste (figura 34) que se extiende desde la parte superior de un pequeño montículo, formado por una elevación de roca cubierta de arena, a unos 200 metros de la orilla occidental de un antiguo wadi. La mayoría de las tumbas en este cementerio fueron excavadas en la arena y cubren el montículo así como la terraza de sedimentos en la base de esta elevación. El Cementerio Oeste está representado por más de 300 tumbas excavadas, con sólo 40 de ellas intactas a las que se les podrían sumar otras 57 casi intactas. Todas son fosas cavadas en la arena a profundidades variables. No se puede discernir una evolución topo-cronológica evidente, como sucede en Armant, que pueda permitir la realización de un análisis cronológico exhaustivo, pero existe una tendencia global a extenderse hacia el este, acercándose a los cementerios de la Primera y Segunda Dinastías. Una especie de distribución por zonas del espacio sepulcral parece haber prevalecido a partir de una sepultura a la que se ha llamado “fundadora”, la tumba denominada S 55, que está implantada en el punto más alto de la necrópolis y, a la vez, es la más antigua (finales de Nagada I) particularmente en cuanto a las prácticas funerarias. El Cementerio Occidental fue destinado, mayormente, para adultos y saqueado en tiempos predinásticos. La condición de las tumbas varía de intactas a totalmente destrozadas en las cuales sólo han quedado algunos restos de huesos y cerámica. Debido a estos problemas de conservación sólo 301 tumbas han sido investigadas de un total mucho mayor, sin embargo, la organización y las fronteras del Cementerio Occidental han sido determinadas.

Tumba S 55 de Adaima

Figura 35
Aunque fuertemente perturbada por los saqueos (los huesos fragmentados han sido dispersados, pero las conexiones han subsistido en los miembros inferiores permitiendo restituir la orientación), la historia de esta sepultura múltiple ha podido ser reconstituida. En una gran depresión de aproximadamente 4 m de diámetro fue cavada una fosa de 2,5 m de diámetro aproximadamente (figura 35). Seis individuos fueron depositados juntos sobre una auténtica alfombra de restos carbonizados de madera, cinco a un lado y el sexto aparte. Cuando la orientación ha podido ser determinada, es noreste-sudoeste. Las ofrendas, después, han sido situadas en forma de tres “lotes”, entre los que se ven formas cerámicas poco representadas y desconocidas en las zonas de hábitat: vasos con tapadera cónica, de tipo “Nubio” con una decoración en zigzag hecha con carbón de madera. El saqueo intervino después de que los cuerpos hubieran estado descompuestos, apuntando más precisamente a las partes cefálicas, lo que indica, en razón de la particular orientación de los difuntos, que los saqueadores sabían donde debían dirigirse. El primer sujeto dejado es el individuo aislado, de sexo indeterminado pero el de más edad del grupo, entre 25 y 35 años. Los otros cinco son una mujer, entre la adolescencia y los 20 años y cuatro niños de 7, 9, 9 a 13 y 12 a 15 años. En ninguna otra parte del conjunto excavado de la necrópolis aparecen esos componentes: a saber, seis individuos inhumados juntos (el número máximo de sujetos en las otras tumbas múltiples de Adaima se eleva a tres), sobre los carbones de madera que representan los vestigios de uno o de varios fuegos, se agrupan cerámicas de tipo original, al menos algunas de ellas. El pillaje no permite, evidentemente, saber si artefactos más específicos (paletas, marfiles, cobre, etc.) acompañaban a las cerámicas. Un último punto llama la atención ya que parece que, si bien la tumba y su contenido no han sido respetados por los saqueadores, su emplazamiento sí que lo fue. En efecto, las sepulturas más próximas la rodean respetando un espacio de varios metros entre una y las otras, de esta forma lo que podríamos denominar como una especie de “aislamiento relativo” se añade a sus características  particulares. Muy pocas de estas tumbas pueden ser situadas con certeza en la fase de Nagada I, aunque sea en su fase final, como es el caso de la Tumba S 55 y ninguna de ellas nos aporta los elementos funerarios que han podido ser recuperados en la Tumba S 55, lo cual podría significar que carecemos de la casi totalidad de los restos a de los primeros ocupantes de Adaima y, por otra parte, que esta sepultura, situada geográficamente en el centro mismo de un grupo de tumbas que pertenecen a un grupo cronológico concreto, reviste una significación particular y quizás podemos afirmar, sin demasiado temor a equivocarnos, que podemos ver en la construcción de la Tumba S 55 el acto “fundacional” de la necrópolis Occidental de Adaima. En palabras de Crubézy y otros (2008: 296) “Es posible que el enterramiento S 55, excavado al final de Nagada I en la parte superior del montículo, fuera, de hecho, la “primera tumba original la cual conduciría a la creación de la necrópolis y quizás también al del asentamiento”.

Tumba S 28

Datada en Nagada Ic por los materiales residuales, es una tumba donde aparecen cadáveres degollados, detectados por los restos aparecidos en las vértebras y que afectan a sepulturas múltiples, dobles o triples. En el caso de la S 28, el degollamiento está seguido por una mutilación del cadáver destinada a separar la cabeza. Estos casos tienen todas las trazas de ser consecuencia de sacrificios humanos, que se remontarían al menos a Nagada Ic.

Abadiya

Figura 36
Los restos predinásticos de la región de Hu, propiamente dicha, consisten en seis cementerios (A, B, C, H, R y U) y tres asentamientos (F, HG y SH). Un primer grupo de cementerios incluye los cementerios U y R, aproximadamente a 1 km de la moderna ciudad de Hu (ver plano en figura 36). Un grupo más al este comprende los cementerios A, B  y C así como los restos de un asentamiento en el yacimiento HG, cerca de la moderna ciudad de Abadiya (también conocida hoy como “el-Halfaya Qibli” y “el-Halfaya Bahari”). El yacimiento F se encuentra entre Abadiya  y Semaina donde Petrie excavó, más tarde, el cementerio H y el asentamiento SH (ver planos en figuras 36 y 37).

Figura 37
El Cementerio B era uno de los más grandes cementerios en la región de Hu, con 570 tumbas y cubre un periodo entre Nagada I y Nagada III (Petrie and Mace 1901: 32-34). Las tumbas, normalmente, tenían formas ovaladas o cuadradas con los lados rectos. Generalmente los cuerpos estaban en una posición como en “cuclillas” o “acurrucados” con la cabeza hacia el sur y mirando al oeste. En varias tumbas se encontraron múltiples enterramientos pero con la particularidad de que cada individuo estaba envuelto, de forma individual, en pieles de cabra (por ejemplo en tumba B 37), en otro caso, tumba B 102, siete individuos fueron enterrados a lo largo del tiempo. Los enterramientos múltiples dejan de aparecer después de Nagada II en el Cementerio B. En unos pocos casos eran depositados escarabajos, de forma deliberada, en jarras, indicando que la veneración por ese animal ya existía en tiempos predinásticos (tumbas B 17 o B 217 por ejemplo, con varios miles de escarabajos en una jarra del tipo L40, o las tumbas B 234 y B 238 (Petrie y Mace, 1901: 33). Entre las paletas de pizarra se ven frecuentemente las formas romboidales (tumba B 56), en un caso con el grabado de un elefante (B 102) y también las paletas con forma de pájaros (B 51 y B 109). La  tumba B 101, de finales de Nagada I/inicio de Nagada II, como veremos un poco más adelante, es la tumba más rica y más grande del Cementerio B. Estaba saqueada pero parte de techado hecho de palos y esteras estaba todavía en el sitio. Aparte de las paletas romboidales y varias paletas con la forma de hipopótamos también contenía vasos cerámicos, conos de piedra, figuritas de hipopótamo, peines de marfil, cuentas de adorno hechas con arcilla, malaquita o resina. Modelos de huevos de avestruz realizados en arcilla fueron encontrados junto a una pulsera de cuentas de cornalina todavía alrededor del brazo de un niño. Respecto a los vasos de piedra, la tumba B 56 (Nagada I tardío / temprano Nagada II) no sólo contenía  un cuchillo de sílex bifacial romboide y un cuchillo bifacial en forma de “cola de pez” sino también dos vasos provistos de pies de basalto los cuales indican contactos existentes con la Cultura  Buto/Maadi del Bajo Egipto contactos posiblemente instigados por la élite de Hu. Tres de esos individuos pertenecientes a la élite de Hu, fueron enterrados en la tumba B 86, cada uno con una maza, dos de las cuales todavía tenían en su lugar correspondiente sus mangos, uno de marfil y otro de cuerno. Uno de los individuos poseía seis cuchillos con forma de cola de pez. Un sorprendente hallazgo se produjo en la tumba B 83 (S.D.33-48) en forma de un modelo en arcilla de la muralla de una casa en la cual aparecen dos figuritas de hombres que están mirando sobre ella hacia el exterior de dicha muralla en posición, parece ser, vigilante (ver imagen).

Tumba B 83

Figura 38
Tumba datada entre las S.D. 33 y 48. La tumba estaba muy perturbada y los juguetes de arcilla estaban dispersos por el relleno de la tumba. Pese a que todo el ajuar funerario hallado es notable, hay dos elementos que son dignos de destacar: el primero es un recipiente cerámico con un antílope decorándolo y el segundo, el más curioso, es el modelo en arcilla del muro con dos hombres mirando hacia el exterior por encima de él (figura 38).


Tumba B 101

Figura 39
Esta tumba, datada en la S.D. 34, fue la más grande y completa que Petrie encontró en el cementerio B, ello a pesar de que el cuerpo había sido saqueado y alterado. La parte superior estaba cubierta con palos de entre 1,5 y 2 pulgadas de espesor,  colocados aparte, a unas 8 pulgadas de distancia y cubiertos con esteras. Esta clase de cobertura de las tumbas es, por lo tanto, muy temprana en fecha y, posiblemente, se tratase de uno de los “prototipos” de los techados de las tumbas reales de la I Dinastía (ver varios objetos en figura 39).

Figura 40
En el extremo norte de la tumba había una gran masa de fina cerámica de hasta diecinueve variedades (ver figura 40). En efecto, contenía las habituales piezas de cerámica, aunque en cantidad excepcional, junto con otros objetos más extraños como por ejemplo seis bolas de arcilla blanca, modelos  quizás de huevos de avestruz, tan útiles en el más allá como los auténticos y más difíciles de romper, ya que, al parecer, se trataban como objetos valiosos y frágiles, una de las más grandes estaba decorada con unas líneas negras en zigzag, imitando quizás los cordajes de una bolsa tejida. Hay que señalar que en algunas ocasiones, raras, se han encontrado huevos de avestruz auténticos en tumbas del periodo. Entre los cientos de cuentas halladas en la tumba debemos destacar las 144 de cornalina, encontradas formando una pulsera y que todavía permanecía alrededor del brazo de la muchacha que lo portaba. La cornalina, piedra roja translúcida, era muy apreciada y cuya principal fuente era el Desierto Oriental, la gran cantidad de cuentas de adorno halladas en esta tumba dan fe del poder económico de su propietario, una persona capaz de obtener cantidades significativas de objetos exóticos procedentes de lugares lejanos.

Figura 41
Las imitaciones de los huevos de avestruz, las cuentas de cornalina y un recipiente cerámico con el dibujo grabado de un antílope, ponen de manifiesto los fuertes vínculos que existían entre las comunidades de Abadiya y la sabana interior. Pero no cabe duda que el propietario de la tumba B 101 se consideraba también parte del Valle del Nilo y de su característica forma de vida, como lo demuestran los numerosos objetos de la tumba que hacen referencia a un morador típico del Nilo, el hipopótamo (ver figura 41). Y es que en la tumba B 101 se encontraron también un par de pequeños colgantes en forma de hipopótamo hechos de piedra caliza rosada, tres muñecos de arcilla, nueve pulseras, y tres peines de marfil de hipopótamo junto a tres cuernos enteros de este animal. El gobernante predinástico de Abadiya casi parecía obsesionado con el simbolismo del hipopótamo. Tal vez se trate de un reflejo de la antigua relación entre la caza de este animal y la autoridad política que caracterizó a la realeza egipcia en los albores de la historia. Un último objeto, tallado en forma de hipopótamo, encontrado en la tumba B 101 es una pieza plana de limolita de grano fino con una concha engastada en el ojo. Estos objetos se empleaban como superficies fácilmente transportables para moler los pigmentos minerales que, mezclados con agua o resina, se utilizaban para el maquillaje de los ojos.

La facilidad de transporte de las posesiones parecía ser una característica de la vida Amratiense, en efecto, una de las reproducciones de huevos de avestruz está pintada con líneas en zigzag negras, imitando una bolsa tejida, los colgantes de piedra caliza en forma de hipopótamo estaban provistos de aros para poder ser colgados alrededor del cuello, las cuentas, ya sean las de cornalina o las de cerámica y que iban acompañadas de otros artículos de joyería y de adorno como peines, horquillas o pulseras, son todos objetos pequeños y fácilmente transportables. Incluso las paletas cosméticas, objetos más voluminosos, estaban provistos de uno o varios orificios de forma que pudiera ser facilitado su transporte. Los objetos personales de Nagada I se caracterizan, entre otras cosas, por su tamaño reducido y, como consecuencia, su facilidad de transporte lo que sugiere un estilo de vida de mucha movilidad, una existencia bastante nómada.

Tumba B 102

Figura 42
Tumba datada entre las S.D. 33 y 41, perteneciente por lo tanto al periodo Amratiense, es otra importante tumba con cinco cuerpos. Un hombre estaba sobre su espalda pero con el sacro, tibia y huesos del brazo apilados en la parte media del cuerpo; un segundo hombre no tenía cabeza y los huesos largos estaban apilados juntos; el tercero era sólo un conjunto de huesos de las piernas; del cuarto no aparece nada más que la cabeza con huesos completamente revueltos; el quinto cadáver corresponde a un niño que está en la esquina. Junto a ellos aparecen dos cráneos de mujeres pero de forma inconexa en el interior de la tumba.

Figura 43
Se trata de otra tumba que podríamos denominar como “lujosa”, contenía paletas cosméticas en forma de tortuga y romboidales, una de ellas decorada con un elefante (ver figuras 42, 43 y 44).
Figura 44

El-Amra

Figura 45
Fue a mediados de diciembre de 1900 cuando D. Randall-Maciver llegó a la zona de el-Amra, localidad situada seis millas al sudeste de las tumbas reales de Abidos, con la intención de iniciar una serie de campañas de excavación en un lugar que ya había sido explotado, según Randall-Maciver (1902), no menos de cuatro veces: M. de Morgan fue el primero en señalar la existencia de un cementerio prehistórico en aquel lugar y el primero en excavar unas pocas tumbas en 1896. Después E. Amelineau, instigado por De Morgan, envió un grupo de cincuenta hombres, supervisados por nativos, con el objeto de excavar allí durante una quincena. Más tarde, según parece, fueron los propios campesinos egipcios nativos, puestos tras la pista de las antigüedades, por las poco metódicas  operaciones llevadas a cabo por los arqueólogos franceses, los que saquearon un gran número de tumbas. Los resultados publicados de sus respectivas excavaciones, por De Morgan y Amelineau (Recherches sur les Origines de L'Egypte, 1896 and 1897 y Nouvelles Fouilles D'Abydos, 1895-6, respectivamente) son tan escasos que, según afirma Randall-Maciver, era imposible juzgar cuánto se había hecho y cuánto quedaba por hacer. Con la esperanza de que el yacimiento estuviera menos agotado de lo que a primera vista parecía, se dispusieron a iniciar su campaña de excavaciones, dándose cuenta después de que sus esperanzas estaban más que justificadas (ver figura 45 con la vivienda utilizada por Randall-Maciver en el-Amra).

Entre tres semanas y un mes más tarde unas doscientas tumbas fueron registradas por el equipo de Randall-Maciver y anotadas con gran detalle junto a un pequeño número de otras que, si bien fueron también excavadas, no se consideró oportuno registrarlas ya que no contenían nada de más valor que un esqueleto y no más de un recipiente cerámico.

Quedó probada la existencia de un cementerio en el lado occidental sin que pudieran establecerse sus límites con exactitud, ni tampoco las tumbas que ya habían sido investigadas anteriormente ya que la mayoría fueron re-abiertas, con buenos resultados por cierto, en algunos casos. Su rango temporal abarcaba desde el predinástico temprano hasta el tardío. Este cementerio fue denominado “Cementerio a”.

En el lado oriental existe otro cementerio al que se denominó, lógicamente, “Cementerio b” que incluye cada etapa y variedad  de tumba desde el comienzo del periodo predinástico hasta el Protodinástico, contemporáneo con las Tumbas Reales de Abidos.

El rango tan completo y el carácter variado de los dos cementerios excavados en el-Amra le proporcionan lo que puede ser su principal interés, todas las etapas desde el periodo más temprano hasta las dos primeras dinastías  están representadas, lo cual nos permite trazar una posible línea de cambio y desarrollo del periodo predinástico egipcio. Randall-Maciver presta especial atención a la evolución en las características de las tumbas a lo largo del tiempo y determina que las tumbas amratienses (de los cementerios de el-Amra y no sólo del periodo Amratiense) pueden ser divididas en nueve clases:

1.- Tumbas redondas y poco profundas.
2.- Tumbas oblongas o groseramente ovales con promedio de profundidad entre 5 y 6 pies (entre 1,5 y 1,8 m).
3.- Tumbas con un nicho que había sido cortado en la roca.
4.- Tumbas con un nicho en la roca y con un ataúd además.
5.- Tumbas con el cadáver enterrado en un recipiente cerámico.
6.- Tumbas cuadrangulares sencillas con ladrillos.
7.- Tumbas con ladrillos, con un nicho en uno de los extremos formado por una simple partición.
8.- Tumbas de ladrillos en las que el nicho está, además, dividido en dos compartimentos.
9.- Tumbas de ladrillos con nichos en ambos lados.

Esta distribución muestra una evolución, completa y lógica, pero es sólo parcialmente cronológica. La Clase 1 es la primera pero las Clases 2 y 3 son casi contemporáneas a ella y completamente contemporáneas entre sí. Las Clases 6, 7, 8 y 9 son, al menos en cierta medida, contemporáneas unas con otras aunque claramente posteriores a las Clases 1-3. Las Clases 4 y 5 son, en general, un paso intermedio entre los grupos 1-3 y 6-9 pero pueden superponerse, por cualquiera de sus dos extremos, con un grupo o con el otro.

La profundidad media de las tumbas de la Clase 1 (redondas y poco profundas) está entre 3 y 4 pies (0,90 y 1,20 m aproximadamente), tenían el tamaño justo como para acomodar el cuerpo y los bienes funerarios dispersos. El cuerpo es dejado en la posición contraída habitual y envuelto en una piel que parece de cabra y, de nuevo, envuelto en una estera. Enterramientos dobles sólo aparecen dos veces y en una sola ocasión un enterramiento triple. El mobiliario funerario en este tipo de tumbas era pequeño en cantidad pero, ocasionalmente, tenía algún valor como puede verse, por ejemplo, en la tumba b127, que contiene no menos de cuatro de los raros recipientes cerámicos White-Lined Red Pots. Las tumbas de la Clase 1 eran, ciertamente, las más antiguas de toda la serie. Parece que se hayan extendido hasta la S.D. 43 y quizás un poco más tarde, pero su “florecimiento” se produjo entre las S.D. 30 y 38. Después fueron reemplazadas por las tumbas de los tipos descritos como Clases 2 y 3. Ver ejemplo de tumba amratiense en figura 46.

La Clase 2, tumbas oblongas o groseramente ovales (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina II.1, V.1). Randall-Maciver las subdivide en dos grupos, "a" y "b", siendo las tumbas del grupo "a" las que no presentan resto alguno de techado y las que nos interesan puesto que son más tempranas que las del grupo "b". Mantienen una profundidad media de 6 pies (1,83 m aproximadamente) y forman el grupo más numeroso entre las diferentes clases. Junto con las de la Clase 3 se pueden considerar las más típicas y características del periodo predinástico.

El cuerpo, en esta clase de tumbas, es envuelto en una piel de animal y después por una estera aunque lo más común parece ser una triple capa de cubiertas, una tela en contacto con el cuerpo, por encima la piel de animal y por último una estera que es doblada hasta que se unen sus extremos encerrando el cuerpo y, con frecuencia, una gran parte del ajuar funerario.

Hay algunas variaciones en los detalles que merece la pena señalar, por ejemplo, en varios casos el cuerpo no sólo fue envuelto en la forma descrita sino que se colocaron unas ramas atadas con el objeto de formar una especie de lecho sobre el que se coloca el cuerpo (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina IV.2).

A título de ejemplo podemos ver dos tumbas, ambas de la Clase 1, que con toda seguridad pertenecen al periodo Amratiense.

Tumba b-127: se trata de una tumba de la Clase 1 (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina IV, 1). Pertenece, probablemente, a una mujer cuyo cuerpo fue desmembrado antes de ser enterrado. En esta tumba se encontraron varios recipientes cerámicos de las clases, según el Corpus de Petrie, P 11c, P 13, C 19, C 30 y C 66 (estos últimos de la clase C pueden verse en Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina XV, 5, 7 y 15) y otro recipiente de la clase C sin identificar.

Figura 46
Tumba b-136: perteneciente también a la Clase 1 contenía tres cuerpos, dos varones y una mujer. En su interior se encontraron seis pequeños animales elaborados en arcilla (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina IX, 4a y 4b) así como la cabeza de un animal pequeño( ver figura 46). Los recipientes cerámicos encontrados corresponden a las clases cerámicas del Corpus de Petrie B 35 y C 39 (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina XV, 16).

Figura 47
Tumba a-23: Randall-Maciver destaca también la tumba a-23 de la cual dice que se trata de una tumba excepcionalmente rica perteneciente al periodo más temprano del predinástico, nunca posterior a la S.D. 40 de Petrie. En la lámina V.1 (Randal-Maciver y Mace, 1902) se puede ver un dibujo de la tumba cuando fue abierta (ver figura 47). Es una tumba de forma oval, de la Clase 2a. El hombre que fue enterrado en ella fue colocado sobre su lado derecho, envuelto en una estera de cañas y junto a su mano derecha se encontraba un bastón de mando de arcilla pintado con franjas rojas que aparece en la lámina XII,1 (Randal-Maciver y Mace, 1902; ver también figura 50 en el siguiente párrafo). Por su diseño parece tratarse de un modelo, elaborado en arcilla, de las típicas mazas que, éstas hechas de piedra, fueron halladas en múltiples enterramientos predinásticos. Entre estos elementos y el exterior de la tumba se encontraron los huesos de las piernas de un pequeño animal, similares huesos encontrados con frecuencia en este tipo de tumbas fueron identificados como procedentes de cabras.
Figura 49

Figura 48
Figura 50
Cerca del mango del bastón de mando fue hallado una especie de plato o bandeja al cual se hallaban fijadas tres pequeñas figuras de vacas mientras que una cuarta se había roto, separándose del conjunto, y fue encontrada entre los escombros del relleno (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina IX, 1 y 3; ver figuras 48 y 49). Esta fue la primera vez que semejante conjunto de figuras de animales en arcilla aparecía en el-Amra aunque un número considerable de ellas fue sacado a la luz en tumbas abiertas posteriormente.

En la tumba fue hallado un fino ejemplo de cerámica roja adornada con diseños dibujados en blanco, estos dibujos aparecían tanto por dentro como por fuera del recipiente, lo cual no es habitual (Randal-Maciver y Mace, 1902: lámina XV, 10). En el hombro izquierdo había un pequeño bloque de madera de unos 13 cm de largo y en el lado derecho de la cabeza había una pieza de piel cuyo uso no pudo ser determinado. Cerca de la cabeza había una caja oblonga de cerámica roja vacía. Había también varios vasos cerámicos del tipo Black-Topped, uno de ellos en fragmentos.

Armant

La localidad de Armant está situada sobre la ribera occidental del Nilo, 9 km al sudoeste de Luxor. El principal cementerio de Armant es el situado en el sector denominado 1400-1500 y se trata del cementerio mejor documentado de todos los sectores sepulcrales excavados en la primera mitad del siglo XX. Este cementerio también es célebre por haber sido elegido por W. Kaiser (1957) para elaborar su revisión del sistema de Sequence Dates de Petrie, basándose, entre otras cosas, en la distribución horizontal de las diferentes tumbas, y objetos correspondientes, dentro de esta necrópolis.

Del análisis de la secuencia cerámica y de los bienes funerarios en el Cementerio 1400-1500 en Armant, Kaiser separa tres grandes grupos de tumbas (Kaiser, 1957: fig. 15):

1.- Un grupo de enterramientos en la parte sur con predominancia de la clase cerámica B-ware.
2.- Un grupo en la parte media con predominio de la clase cerámica R-ware.
3.- Un pequeño grupo en la zona norte con predominancia de la clase cerámica L-ware.

Este análisis está basado, no sólo en la localización de las tumbas en el cementerio y en la distribución de la cerámica sino también en agrupaciones de ciertos tipos de bienes funerarios, forma y tamaño de las tumbas y tratamiento del cuerpo.

Las tumbas más antiguas, fosas de forma ovoide, fueron datadas, por el material funerario que contenían, entre Nagada Ic-IIa (Tristant, 2004: 77-78). Los difuntos estaban enterrados en fosas de 1 m aproximadamente de profundidad, en posición contraída, sobre el lado izquierdo y estaban envueltos en esteras o, más adelante y más raramente, depositados en cofres de madera.

En efecto, a través de la distribución de los tipos cerámicos restantes, particularmente la clase D y la clase W, y la evolución de las formas de los vasos, Kaiser ha distinguido gradaciones más “finas” dentro de los grupos de tumbas y bienes funerarios (Bard, 1994: 44, Tabla 2). De esta forma, en las fases Nagada Ia, Ib y Ic la cerámica B-ware supone alrededor del 70% del total, la P-ware supone alrededor de un 25% mientras que el tipo cerámico C-ware supone menos de un 5% del total. En las siguientes fases, Nagada IIa y Nagada IIb, la clase B-ware desciende de forma drástica hasta un 10%, la clase R-ware aparece y crece rápidamente y hacen su aparición las clases N-ware y D-ware. La clase W-ware, de asas onduladas hace su aparición en la fase Nagada IIc.

La forma de los vasos también evolucionan a través de la secuencia de Kaiser, en Nagada I los recipientes son vasos abiertos y cuencos. Las formas son más cerradas en Nagada II, hay jarras y unas pocas botellas y la clase W-ware, de asas onduladas, hace su aparición por primera vez en esta época.

Las modificaciones de Kaiser sobre las Sequence Dates de Petrie son:

Nagada I            - SD 30-38
Nagada II          - SD 38/40-45
Nagada IIc, d    - SD 40/45-63
Nagada III         - SD 63-80

Armant constituye uno de los grandes cementerios, pero más modesto si lo comparamos con Nagada o Ballas, donde unas 3000 tumbas fueron excavadas. Incluyendo todas las tumbas posibles, se puede estimar, de forma generosa, unas 500 tumbas en Armant. Dentro de la zona de enterramientos de Armant, el Cementerio 1400-1500 es el único que puede proporcionarnos una vista de conjunto, de esta forma el número de individuos enterrados que pueden ser asignados a los grupos de Kaiser son los siguientes:

Nagada Ic:        28 tumbas
Nagada IIa:       28 tumbas
Nagada IIb:       28 tumbas
Nadada IIc        30 tumbas
Nagada IId1      13 tumbas
Nagada IId2      12 tumbas
Nagada IIIa1       4 tumbas
Nagada IIIa2       8 tumbas
  Total                151 tumbas

Los enterramientos predinásticos en Armant eran generalmente inhumaciones sencillas, en agujeros de alrededor de 1 m de profundidad, la momificación no se practicaba y los esqueletos estaban siempre en posición flexionada, acostados usualmente sobre el lado izquierdo, los recipientes cerámicos eran los bienes funerarios más frecuentes.

La relación de enterramientos en Armant, Cementeros 1400-1500, pertenecientes a Nagada I, de acuerdo con la seriación de Kaiser, son las siguientes:

Nagada Ic

1401 – 1402 – 1403 – 1405 – 1406 – 1413 – 1414 – 1415 – 1424 – 1427 – 1432 – 1435A – 1435B  – 1437 – 1438 – 1451 – 1452 – 1453 – 1455 – 1457 – 1459 – 1460 – 1461 – 1470 – 1471 – 1480 – 1481 – 1484.

La cerámica fue el tipo más común de bien funerario en las tumbas predinásticas de Armant. Incluso los enterramientos más pobres, que no contenían otros bienes funerarios, generalmente incluían una o dos vasijas que, presumiblemente, contuvieron productos alimenticios u otros materiales orgánicos.

Las paletas de pizarra fueron encontradas en tumbas de todos los periodos de Kaiser (Mond and Myers 1937: 26-32, pl.18-19). Las paletas más tempranas en Armant y que datan del periodo Nagada Ic, tienen forma de rombos a veces con dos cabezas de animales amorfas o cuernos en la parte superior. Formas de pez y tortugas aparecen en el periodo Nagada II de Kaiser. Ejemplos circulares y rectangulares fueron encontrados  en una tumba de Nagada III en Armant. Las paletas eran mucho más comunes en Armant en las tumbas más tempranas (Nagada Ic y IIa), pero esto podría ser porque las tumbas más antiguas fueron mucho menos perturbadas que las posteriores.

Pequeñas piedras o guijarros de moler fueron encontradas a veces junto a las paletas. Los pigmentos para ser molidos en las paletas para cosméticos, como galena, malaquita y ocre rojo estaban colocados en alguna de las tumbas.

Herramientas de piedra como puntas, láminas, hojas y núcleos de herramientas manufacturadas fueron encontradas en alguna de las tumbas. Puntas de proyectiles en “cola de pez” fueron encontrados en dos tumbas, una de ellas en la Tumba 1457, datada entre Nagada Ic y IIc.

Análisis de los Enterramientos Predinásticos en Armant

En lugar de usar la cronología, más finamente dividida de Kaiser, se han creado cuatro periodos que corresponden a los siguientes de Kaiser:

Periodo 1 corresponde a Nagada Ic.
Periodo 2 corresponde a Nagada IIa y IIb.
Periodo 3 corresponde a Nagada IIc, IId1 y IId2.
Periodo 4 corresponde a Nagada IIIa1 y IIIa2.

La creación de estos cuatro periodos está basada en la seriación de tumbas predinásticas de Kaiser y pretende distinguir los principales cambios a lo largo del tiempo. De esta forma vemos que Nagada Ic es el último periodo en el que la clase de cerámica  C-ware, la clase decorada del periodo Nagada I, es encontrada. La clase cerámica C-ware desaparece en Nagada IIa, y en Nagada IIb es cuando la clase D-ware, la clase decorada del periodo Nagada II, aparece por primera vez. El otro punto significativo para el sistema de seriación de Kaiser sucede en Nagada IIc, con la primera aparición de la clase cerámica W-ware. En la fase Nagada III la cerámica predominante es la clase L-ware, con la clase W-ware degenerando en jarras cilíndricas.

La mayor tendencia cerámica en las tumbas predinásticas de Armant a lo largo de los periodos de Nagada de Kaiser, es hacia un incremento en el número de vasijas por tumba. El mayor cambio en las clases cerámicas a lo largo de la secuencia predinástica es el cambio, de la predominante Clase B-ware en Nagada Ic a la Clase L-ware como el tipo más común en Nagada IIIa. Además del número creciente de vasijas por tumba, otra medida de diferenciación está en el resto de bienes funerarios. Si todas las tumbas estuvieran sin perturbar, el número de bienes y valores de aquellos bienes (de raros a materiales comunes) podrían ser analizados. La presencia o ausencia de materiales raros en tumbas podría ser una base válida para la diferenciación y valoración tanto del periodo al que correspondería como de la categoría social del difunto.

Como ejemplo de enterramientos amratienses (o de Nagada I) en el cementerio de Armant, veremos la Tumba 1461:

Figura 51
Tumba 1461: es la más grande, con un área de 2,09 m2 aproximadamente. Está datada en el periodo Nagada Ic y pertenece a un niño. Aunque altamente perturbada, esta tumba es cinco veces superior al tamaño de la tumba más pequeña (que es la Tumba 1459 de 0,40 metros cuadrados) de este periodo y que pertenece a una mujer adulta. De acuerdo con su estatus, la Tumba 1461 también contenía cinco artefactos de lo que se ha dado en llamar “New material”, nuevos materiales que aparecen divididos en cinco grupos (ver Figura 51 proceente de Bard, 1994: 61, frecuencias de Bienes Funerarios pertenecientes al "New Material Group" en Armant, Cementerio 1400-1500). Esta tumba de niño es también más grande que la más grande de un adulto varón (la Tumba 1435 A cuya área es de 1,2 metros cuadrados) y sólo la Tumba 1421 de Nagada IIa tiene más artefactos entre los grupos de  “New Materials”. Mientras muchos datos de edad y sexo están perdidos, la tumba de un niño con gran gasto de energía en términos de tamaño y artefactos asociados, sugiere alguna forma de prestigio "transmitido" dentro de una sociedad donde la autoridad inherente a una familia o línea social señala una sociedad dividida en rangos. La tumba contiene dos varitas o etiquetas de marfil inscritas, más comúnmente encontradas en Nagada pero no en otras tumbas en Armant, quizás su aparición en la Tumba 1461 se deba a su papel como etiqueta identificadora de estatus social. Estas evidencias de Nagada Ic sugerirían tal vez la existencia de una sociedad no igualitaria. La riqueza mostrada por los bienes funerarios de un niño, la diferente distribución de esos bienes representaría, por lo tanto, algún grado de clasificación social dentro de la villa pero sin llegar a una sociedad estructurada de forma completamente jerárquica.

Matmar

Localidad que ya hemos visto a la hora de hablar de la cultura Badariense pero que, dada la extensión de su ocupación a lo largo del tiempo nos permite estudiar también los restos que allí se encuentran correspondientes a la cultura Amratiense o de Nagada I.

La sociedad del Alto Egipto parece haber estado caracterizada por ciertos niveles de jerarquía social tan atrás como en el periodo Badariense cuyas tumbas, como ya hemos visto, muestran diferentes niveles de estatus de acuerdo con la categoría social del fallecido (Anderson, 1992). Podemos asumir, por lo tanto, que dentro de las comunidades Badarienses, ciertos individuos disfrutaban de un mayor estatus y del acceso preferencial a los recursos que  venían conjuntamente con aquel estatus superior. En los registros mortuorios de Nagada I la presencia de dichas élites locales parece incluso más aparente, la diferenciación de las tumbas en términos de tamaño y número de bienes funerarios aparece más marcada y algunas tumbas fueron amuebladas con lujosos objetos importados.

Veamos algunos ejemplos de enterramientos hallados en Matmar pero correspondientes, esta vez, a la cultura Amratiense o Nagada I:

Tumba 2646:

Figura 52
Tumba que pertenece, de acuerdo con los objetos hallados en su interior al periodo comprendido entre las S.D. 36 y 38 (Brunton, 1948: lámina VIII), Amratiense por lo tanto. Sus medidas son 1 m x 1,55 m y con una profundidad de 1,30 m. La cabeza del cadáver aparece orientada hacia el sur. En ella aparecen esteras y palos gruesos por encima y por debajo del cuerpo de una mujer en cuyas rodillas mantiene los restos de un bebé. La cabeza y la parte superior habían sido apartadas. Dos amuletos de marfil, una cabeza de antílope y una etiqueta fueron encontrados en varios trozos. El trozo marrón de jaspe mostró que había existido una paleta en la tumba.

Figura 53
A los pies del cuerpo apareció el esqueleto de lo que parecía ser una gacela. Un brazalete de marfil de pequeño tamaño habría pertenecido, sin duda, al niño. La cerámica incluye varios ejemplares: uno de la clase B-ware (35F); uno de la clase P-ware (4); uno de la clase F-ware (7); uno de la clase C-ware (29); uno de la clase D-ware (26); y cuatro de la clase R-ware (1E, 23F, 67 y 71A), más adelante incidiremos en alguno de ellos. Aparecen también unas cuantas cuentas, alguna concha del tipo “nerita”, un anillo y un amuleto parcialmente roto (ver imagen Brunton, 1948: lámina XVI, 12 y XVII; ver figuras 52 y 53)).

Figura 54
Como ya hemos dicho hace un momento, merece la pena detenerse un momento ante las peculiares características de dos de los elementos cerámicos hallados en la tumba, sobre todo en uno de los casos. La cerámica incluye un tazón del tipo “Cross-line” (Brunton, 1948: lámina XI, 29) cuyo interior está decorado por una serie de trazos que, como una especie de “red” van conformando al final una cruz (véase imagen).

Figura 55
El segundo, más llamativo, consiste en un cuenco en cuyo borde, aparentemente plano, aparecen cinco hipopótamos y un cocodrilo, pero no simplemente dibujados sino moldeados en arcilla y colocados sobre la superficie del recipiente como si estuviesen caminando sobre el borde del cuenco. En lo alto del relleno había un molinillo de mano grosero, de unos 16 cm de largo y sin duda de carácter intrusivo.

Tumba 3075

Esta tumba tiene unas medidas de 1,20 m x 1,80 y una profundidad de 1,15 m. La cabeza del difunto, de sexo masculino, estaba orientada hacia el sur. Esta tumba contenía no menos de dieciocho recipientes o vasos cerámicos, el mayor número hallado en cualquier tumba contemporánea en este cementerio local (Wilkinson 1996: 75). Un poste había sido colocado a lo largo de toda la longitud de la tumba, unos 40 cm por encima del suelo, con el objeto de apoyar una especie de techado. Además de los recipientes cerámicos típicos de esta época, aparecieron catorce pequeños platillos y cuencos de muy grosera elaboración. Además de los recipientes cerámicos aparecieron fragmentos de conchas marinas y brazaletes elaborados a partir de cuerno. También se encontraron fragmentos de huevos de avestruces, algunos con perforaciones realizadas al efecto de poder transportarlos o colgarlos. Por último destacar una figura, aparentemente humana, a la que le falta la cabeza, confeccionada de marfil y que contenía rastros de piel animal (Brunton 1948: lámina XVI, 20 y XVII, 69 – en imágenes-).

Tumba 3131

Figura 56
Por último, para terminar con el área de Matmar, hablaremos de la tumba numerada como 3131. Se trata de una tumba más o menos rectangular, cuyas dimensiones son 1,80 m por 2,20 m y con una profundidad de 1,70 m. Quizás se trate de una tumba un poco más tardía que las anteriores, a caballo quizás entre el Amratiense y el Semainiense (Nagada I y Nagada II) ya que las SD entre las que es asignada por Brunton, de acuerdo con su contenido, son la 38 y la 46. Además del contenido cerámico que consiste en dos ejemplos de la clase B-ware, 11K2 y62D; un ejemplo de la clase P-ware, del tipo 56B; un ejemplar de la clase F-ware, misc. 20; y un elemento de la clase R-ware, del tipo 81, la tumba contenía restos de esteras, tablas (quizás originariamente un ataúd de madera), huesos, escamas o lascas y, sobre todo, un hacha, una fina herramienta que constituye uno de los ejemplos más tempranos del trabajo avanzado del metal en Egipto (Brunton 1948, lámina XVI, 47; ver figura 56). Semejantes objetos “raros” como los que hemos estado viendo, no cabe duda que habrían de conferir a su poseedor un papel especial aunque, desde luego, no necesariamente una posición de poder político.

El-Mahasna

En el mes de noviembre de 1908 el equipo dirigido por E. Ayrton y W. Loat comenzó a excavar en la zona de Abidos. Poco menos de dos meses más tarde fueron avisados por un egipcio de que un grupo de nativos estaban excavando un cementerio predinástico en la zona de el-Mahasna, unas ocho millas al norte de la zona donde se encontraba la concesión de Ayrton y Loat. Tras ver la penosa situación en la que se encontraba el yacimiento de el-Mahasna decidieron solicitar a las autoridades el preceptivo permiso para poder trabajar en aquella zona.

Tras comenzar a trabajar se dieron cuenta de que el cementerio había sido excavado no menos de cuatro veces, la primera, por supuesto, en tiempos tempranos. No obstante, la zona en la que la arena había sido acumulada por los vientos del norte con una profundidad suficiente como para hacer desaparecer los rastros de los enterramientos, fue precisamente donde se encontraron las tumbas más ricas.

Las tumbas en este cementerio, que podrían estimarse en más de seiscientas, se extienden en el tiempo desde el periodo predinástico completo hasta las tumbas de la I Dinastía revestidas con ladrillos de adobe. De todas esas tumbas se excavaron la mitad aproximadamente. En términos generales el cementerio no podría considerarse rico pero, por otra parte, se encontraron algunos objetos interesantes, como marfiles u objetos de cobre e incluso algunos recipientes cerámicos de gran interés.

Ya hemos visto antes la clasificación de tumbas hecha por Ayrton y, en esta ocasión, en la que estamos hablando de la primera fase de Nagada o periodo Amratiense, nos será suficiente recordar las dos primeras clases que incluirán las tumbas de dichas fases: 

Ayrton y Loat, en Mahasna, hacen otra clasificación de tumbas en base a las encontradas en ese yacimiento y reconocen seis clases diferentes pero ahora vamos a ver sólo las correspondientes al periodo Nagada I:

1.- Clase A: Se trata de fosas redondas y poco profundas, que se correspondería con la primera clase de el-Amra. Poco más se puede decir sobre estas tumbas extremadamente simples y cuya profundidad no sobrepasa jamás 1,30 m. Son poco numerosas en Mahasna y remontan a la primera época de Nagada.

2.- Clase B: Fosas oblongas o groseramente ovales, que se corresponden con la segunda clase de el-Amra y, como sucedía en este yacimiento, las tumbas más antiguas, las pertenecientes a Nagada I, no estaban techadas mientras que las más recientes (las de Nagada II) son coronadas por un techo.

El Cementerio de el-Mahasna tiene una importancia relativa ya que es uno de los que han sido usados con el propósito de elaborar seriaciones ―dataciones relativas― y análisis estadísticos (Kaiser, 1957; Kemp 1982; Castillos 1982, 1983; Wilkinson 1994, 1995, 1996).

Antes de que Ayrton y Loat excavasen en el cementerio de el-Mahasna, en 1900-1901 fue J. Garstang el que trabajó en la zona, incluyendo un pequeño cementerio predinástico cerca de la villa de Alawniyeh, muy perturbado y saqueado. Garstang estimó que el cementerio podía haber contenido dos o trescientas tumbas, de las cuales él examinó unas cuarenta y cinco de las que consideró oportuno registrar en detalle solamente veinte de ellas, no obstante sólo un sumario general aparece en la publicación (Garstang, 1903), pocos objetos  fueron mencionados o ilustrados pero la impresión general es que las veinte tumbas pertenecían al periodo Nagada I y, más específicamente quizás a los “stufen” de Kaiser Ib y Ic. Este sería el mismo cementerio examinado por De Morgan y que denominó “Beit Allam” (de Morgan 1897: 32) y la cerámica de esas tumbas indican que las tumbas abarcan posiblemente un rango entre Nagada I y Nagada III. Sin embargo, de Morgan también era conocedor del yacimiento de El Mahasna, después excavado por Ayrton y Loat, pero no está claro si esto era considerado la parte norte del mismo cementerio o no. Aparentemente De Morgan no visitó el cementerio de el-Mahasna, pero parece ser que él adquirió objetos  procedentes de ese cementerio a los ciudadanos locales de la zona. (De Morgan, 1897: 76; Ayrton y Loat, 1911: 2).

A continuación veamos algunas de las tumbas más representativas del periodo Amratiense en la zona de el-Mahasna:

Tumba L 209

Figura 57
La tumba L 209, encontrada en el pequeño cementerio de Alawniyeh, en la zona de el-Mahasna, había sido ya parcialmente saqueada cuando el equipo de Garstang la encontró, no obstante todavía se recuperaron varios objetos y entre ellos, como objeto más destacado, se encontró un plato, de diseño ovalado, y que dispone de cuatro patas (Garstang, 1903: página 5 y ss.; lámina III, 1 y 2, y lámina IV; ver figura 57). Las patas parecen haber sido hechas de forma separada y unidas al plato antes de proceder a la cocción del conjunto. La cerámica es oscura y de buena superficie.

Figura 58
Figura 59
La decoración interior está hecha en color amarillo brillante y se trata de un diseño de figuras humanas y animales con otros elementos que pueden ser meramente ornamentales (ver figuras 58 y 59). También se encontró un recipiente cerámico de la clase B-ware y del tipo 22A que, junto al resto de objetos, acredita la pertenencia de esta tumba a un periodo bastante temprano del Predinástico. En la lámina III, 4 podemos ver una serie de modelos en arcilla, rotos y dispersos en algunos casos, pero que han permitido recuperar las formas de algunos instrumentos de sílex y de figuras humanas. El otro objeto encontrado en esta tumba, que aparece en la lámina IV, marcado con la denominación “M 209” es una losa de pizarra y posiblemente se tratase de un “lanzadera”.

Otras tumbas, de las utilizadas, por ejemplo, por Kaiser para elaborar sus correcciones de las Sequence Dates de Petrie y que pertenecerían al periodo denominado por Kaiser como Nagada Ib serían las numeradas por Ayrton y Loat como H13, H20, H24, H26, H32, H36, H50, H52 y H88 mientras que al periodo Nagada Ic pertenecerían las tumbas numeradas por Ayrton y Loat como H30, H41, H42, H45 y H 97 (Kaiser, 1957). De acuerdo con Ayrton y Loat, entre las tumbas datadas con anterioridad a las S.D. 41, es decir, pertenecientes al periodo más temprano de Nagada, estaría la tumba H29, una de las más ricas, veamos ésta y algunas de las analizadas por Kaiser:

Tumba H 29


Figura 60
Es una tumba larga y cuadrada con unas medidas aproximadas de 2,21 m por 2,03 m y una profundidad de 2,29 m (Ayrton y Loat, 1911: lámina II, 8, 9 y 10; ver figuras 60, 61 y 62). Esta fue la tumba más rica encontrada en el yacimiento y ofreció objetos de gran interés. Se trata de una tumba que no había sido saqueada pero, dado el tamaño de la tumba, la cerámica y los esqueletos estaban seriamente dañados como consecuencia del peso de relleno colocado sobre ellos y que incluía piedras relativamente grandes y pesadas.


Figura 61
En el centro de la tumba yacía un esqueleto sobre su lado izquierdo y con la cabeza hacia el sureste, las piernas estaban ligeramente estiradas hacia arriba y los brazos estaban extendidos estando las manos en línea con la cara. Entre los antebrazos había una masa de pulseras de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina II, 9) en bastante mal estado pero de cuyos fragmentos se pudieron reparar varios ejemplares (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII). En las costillas hay una cabeza de maza hecha de arcilla (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII, 2) y en la parte superior de la cabeza había más brazaletes de marfil. En la parte posterior de la cabeza había varias cadenas de cornalina, hechas de forma grosera, y cuentas de esteatita vidriada verde, mejor elaboradas. Al sur de esta masa de cuentas y pulseras había una figura y cuatro varas, todo ello de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XI, 1). Detrás de este esqueleto, entre éste y el lado de la tumba, fue hallada una paleta de pizarra de forma romboidal (Ayrton y Loat, 1911: lámina XI, 2) y en una, aparentemente, pequeña repisa o manipulación en ese lado de la tumba, apareció un pequeño jarrón de piedra caliza blanca unos 20 cm sobre el piso (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII, 2, vaso central).

Figura 63
Contra el extremo sureste de la tumba había tres grandes vasos del tipo Black-topped de las tipos, dentro del corpus de Petrie, B25o, B25p y B25q bajo los cuales había grandes fragmentos de resina y de sulfato de cal y una gran cantidad de materia orgánica quemada, también una muy grande paleta de pizarra de la usual forma romboide (Ayrton y Loat, 1911: lámina II, 10), dos valvas de conchas de mejillón y un pequeño cuenco del tipo P4b.

Figura 63
Frente a este esqueleto central y comprimido contra el lado oeste de la tumba, había otro cuerpo en la misma posición. En la parte superior de su cabeza había un vaso roto de cerámica Black-topped (B27c), dos vasos de cerámica roja pulida (P64a y P65b) y un “supercuenco” de cerámica roja pulida decorada con un diseño de líneas blancas en el interior y con cuatro figuras de hipopótamos modeladas en el borde del recipiente (Ayrton y Loat, 1911: lámina XI, 3; ver figura 63). Al sur de esto había unos pocos huesos de buey bajo una estera. A los pies del esqueleto había dos conchas que contenían fragmentos de malaquita verde y algunas cuentas, aquí también se encontraron dos guijarros pulidos con los cuales quizás la malaquita era machacada en las paletas de pizarra.

Figura 64
En el extremo norte de la tumba, tirado en una pila, se encontró un pequeño cuenco de cerámica (del tipo P7a), un jarrón de piedra caliza  (Ayrton y Loat, 1911: lámina XXI, 2; ver figura 64), dos pequeños vasos de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII, 2), el fragmento de un peine de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XI, 2), dos horquillas o agujas para el pelo de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII, 2), otro pequeño peine de marfil y un pequeño burro de marfil que podría haber pertenecido, originalmente, a dicho peine (Ayrton y Loat, 1911: lámina XII, 2). Aquí también se encontraron varias cuentas, muy bien cortadas, de resina y de hematita. Los esqueletos estaban lamentablemente rotos, el del centro era el más grande de los dos y era, aparentemente, el de una mujer,    con un fémur de unos 16 cm de largo mientras que el del otro esqueleto tiene unos 14 cm. Todo el enterramiento estaba cubierto con esteras y el esqueleto central parece haber sido dejado también sobre una estera. Justo en la parte posterior de los hombros de este esqueleto había dos grandes piezas de arcilla, pintadas en rojo, pero demasiado rotas para poder ser examinadas, las cuales podían haber formado parte, originalmente, de una figura esteatopigia de arcilla o de un grupo de animales de arcilla.

Tumba H45

Figura 65
Es una de la tumbas que Kaiser, en su revisión de la datación relativa de Petrie, sitúa en dentro del periodo Nagada Ic. Se trata de un tumba de forma aproximadamente oval (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 1, 2, 3 y 4) y con unas medidas de 2,03 m por 1,78 (en su informe, Ayrton y Loat no citan la profundidad de esta tumba). El extremo norte de la tumba había sido roto y, como consecuencia, destruida la parte superior del cuerpo. El esqueleto estaba en una posición contraída, con la cabeza hacia el norte. Contra el lado este de la tumba había un vaso cerámico de la clase P65a y entre éste y la pelvis del esqueleto se encontraban dos objetos de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII. 2). Un poco al sur de éstos había dos pequeñas “varas colgantes”  de marfil (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 4) y un gran cuenco del tipo P1e. Al sur de éste de nuevo se encontraron una pila de objetos, con dos agujas de marfil, un peine también de marfil y una masa de de arcilla blanca (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 4). Contra el lado sur de la tumba había una gran piedra, un molino de maíz (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 1; ver figura 65).

Figura 66
Detrás del esqueleto había dos platos del tipo P11f, un cuenco decorado (Ayrton y Loat, 1911: lámina XXIV, 4 ver figura 67), y tres vasos de los tipos B11j, B18d y B72g. Dos pequeños objetos de arcilla en forma de copa pintados en rojo y agujereados con pequeños agujeros alrededor del borde superior (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 4; ver figura 66) fueron encontrados allí también. Removiendo la basura se encontraron pequeñas cuentas de cornalina, glaseadas de color verde (Ayrton y Loat, 1911: lámina XIII, 4).

Figura 67
Tumba H 30

Se trata de una gran tumba cuadrada cuyas medidas son 1,83 m por 1,83 m y con una profundidad de 1,68 m. Estaba saqueada. Los restos de dos esqueletos permanecían en posición contraída sobre el lado izquierdo, con la cabeza hacia el suroeste. Detrás de la pelvis del esqueleto del lado oeste había un vaso de piedra negro (Ayrton y Loat, 1911: lámina XXI, 2) y un fragmento de una trabajada lámina de sílex. En una posición similar por detrás del otro cuerpo se encontraron un pequeño cuenco de cerámica del tipo P7 y un cuenco decorado similar al de la lámina XXIV, número 8. En una repisa o especie de escalón, de unos 15 cm de anchura, el cual se extendía por el extremo norte de la tumba, fueron encontrados dos vasos de los tipos P17a y B84a.

Tumba H 42

Se trata de una tumba aproximadamente circular de 1,5 m por 1,5 m y una profundidad de 1,22 m bajo la superficie. El enterramiento se encuentra bajo el extremo sudeste de la tumba H 41 con unos pocos centímetros de arena entre ellas. Las partes superiores de los grandes vasos, sin embargo, se adentran ligeramente en la tumba H 41. Esta tumba resulta curiosa en varios aspectos, la estera o alfombra, que se había extendido por todo el enterramiento estaba intacta, el enterramiento, aparentemente, no había sido saqueado. Bajo la estera, en el centro, había una paleta de pizarra de unos 38 cm de larga y de forma romboidal, a la derecha de ésta permanecían las costillas y la clavícula de uno de los lados de una cabra o de un antílope. En el otro lado estaban los huesos completos de la pata delantera de una animal similar y la escápula, la clavícula  y el húmero de un hombre junto a tres vértebras humanas, un poco más abajo estaban los huesos de dos pies humanos, nada más, sin embargo, se encontró del esqueleto. Esto difícilmente puede ser un caso de enterramiento con desmembramiento del cadáver, lo más probable es que las personas que cavaron la tumba H 41 levantasen la alfombra o estera de la tumba inferior y que el esqueleto fuera destruido antes de enterrar a sus propios muertos. En el extremo sur de este pequeño enterramiento había varios vasos de los tipos B27g, B55b, B26d (cinco vasos sólo de este tipo) y P63a, y los restos de una figura de arcilla de una mujer esteatopigia que se había roto en varios pedazos, la longitud del cuerpo de esta figura parece haber sido de unos 25,5 cm por unos 5 cm de espesor y las piernas debían tener unos 17,8 cm de longitud por unos 7,6 de grosor. Cerca de los huesos de los animales había un pequeño objeto de arcilla,  en forma de copa, pintando en color rojo y perforado alrededor del labio o borde superior. El tamaño de la tumba, como se ha señalado antes, se refiere solamente al tamaño de la estera o alfombra de juncos o cañas, el tamaño original no puede, obviamente, estimarse con certeza.

Enterramientos en el Amratiense o Nagada I: Conclusión

En general podemos decir que, en sus características esenciales el Amratiense, o Nagada I, fue muy similar al Badariense. Los fallecidos eran enterrados generalmente sobre el lado izquierdo, en posición contraída, con la cabeza hacia el sur y mirando hacia el oeste, la cabeza a veces era recostada en paja o piel y a veces el cadáver era vestido con un taparrabos. Un estudio estadístico llevado a cabo por J.J. Castillos (1982) indica, sin embargo, que en el Amratiense hubo un incremento del número de cuerpos enterrados en pequeños agujeros, mientras que simultáneamente un pequeño número de individuos comienza a ser enterrados en tumbas más grandes y mejor equipadas. Con respecto a esto, el ejemplo de Hieracómpolis es instructivo (Hoffman 1982) ya que las tumbas Amratienses en este yacimiento, aunque saqueadas, son remarcables por su forma rectangular y su tamaño inusual, la más grande mide 2,50 m por 1,80 m. En el caso de dos de estas tumbas, el equipamiento incluye sendas cabezas de maza en forma de disco, hechas de porfirio, un inequívoco símbolo de poder. La práctica de cubrir o envolver el cuerpo en una piel de animal tiende a extinguirse y los primeros ataúdes de madera o arcilla hacen su aparición. Como en el Badariense, hombres, mujeres y niños eran enterrados a lo largo del cementerio, sin zonas separadas por sexo o edad. La costumbre de enterrar objetos junto al muerto, ya establecida por la gente del Badariense, continúa y se expande. Las propias tumbas Amratienses no son demasiado diferentes de las de los primeros tiempos. Las tumbas consistían en agujeros poco profundos en el bajo desierto, techadas con ramas que podían haber soportado un pequeño túmulo de grava. Los cuerpos estaban situados en la posición contraída habitual, sobre el lado izquierdo con la cabeza hacia el sur y mirando hacia el oeste,  como en las tumbas Badarienses, pero los objetos enterrados con ellos incluyen algunos elementos completamente distintos del material Badariense, pese a que las tumbas siguen siendo fosas y difieren unas de otras sobre todo por la forma de la fosa y por novedosos elementos de sus arreglos.

Se introducían los cadáveres en las tumbas en posición contraída, es decir la que se toma para dormir. La contracción del cuerpo no era siempre la misma; normalmente las manos eran llevadas hacia el rostro y las rodillas llevadas bastante alto. Los esqueletos acostados de lado, pero casi estirados son una excepción. Los cuerpos estaban envueltos en esteras. Esta costumbre tuvo final en el momento de la vulgarización de los ataúdes. Los cuerpos estaban a menudo envueltos en pieles de animales, sobre todo de cabras, el fenómeno se observa tanto en el periodo de Nagada I como en Nagada II. Los tejidos de lino eran más raramente utilizados para envolver los cadáveres. Se encuentran también relativamente a menudo los cuerpos envueltos en capas que consisten en tres clases de mortajas: en primer lugar el tejido de lino, después la piel de animal y después la estera. Se ha remarcado igualmente que los difuntos reposaban sobre ramas finas aislando los cuerpos del suelo.

Las principales diferencias visibles entre Nagada I y el Badariense están, pues, en las tumbas. Las diferencias más significativas son las siguientes:

1.- Un incremento del número de individuos enterrados en pequeños agujeros.
2.- Un pequeño número de individuos enterrados en grandes tumbas con bienes funerarios de alta calidad.
3.- El entierro en pieles de animales parece haber sido reemplazado por el enterramiento ocasional en madera o arcilla, en féretros de madera o arcilla.

La mayor parte de la información de la fase Amratiense o Nagada I está derivada de los yacimientos de los cementerios. Las tumbas sencillas son las más comunes pero enterramientos múltiples también aparecen (particularmente en el caso de mujeres con niños recién nacidos). También aparecen por primera vez tumbas más elaboradas con féretros de madera y arcilla, que contenían bienes funerarios más numerosos. Pese a aparecer los primeros signos de diferenciación social, no hay indicación de estratificación social seria o definitiva en los contextos Amratienses o de Nagada I: “Las tumbas y las ofrendas funerarias indican no demasiado incremento de la jerarquización como una tendencia hacia la diversificación social en la cultura Nagada I. Las ofrendas en esta fase, aparecen inicialmente como un intento simplemente para marcar la identidad del fallecido” (Midant-Reynes 2002, p. 49). No obstante, las tumbas examinadas más arriba constituyen una prueba indudable de la existencia, en algunos cementerios, de tumbas pertenecientes a una elite, confirmando que, al menos, hacia el final del periodo Amratiense en algunos centros (Nagada, Hieracómpolis, Abidos) las transformaciones sociales, o al menos el comienzo de las mismas, habían tenido lugar. Es preciso señalar que, más tarde, estos objetos llegarían a ser importantes y jugarán un papel decisivo en la formación de la monarquía faraónica. 

Asentamientos del Amratiense 

Existen muchas menos evidencias arqueológicas de los asentamientos Amratienses que de los cementerios en el Alto Egipto. Esa falta de restos está originada, por una parte, por la pobre supervivencia de los materiales con los que estaban hechas las estructuras de vivienda de los asentamientos, las cuales estaban hechas con elementos frágiles como madera, cañas u otros elementos vegetales que han sido destruidos por el transcurso del tiempo. Por otra parte, muchos de esos asentamientos estaban situados en las mismas tierras en que lo están las actuales villas de forma que, muchos de los restos de aquellos campamentos, habrían sido destruidos por sustitución. Tampoco hay que dejar de lado que, durante muchos años, los cementerios fueron el lugar preferido para excavar, por ser más fáciles de identificar y cuantificar. Existe, por consiguiente, un considerable desequilibrio entre los datos disponibles para los cementerios y los disponibles para yacimientos de asentamientos humanos en el Egipto Predinástico.

Asentamiento de Hemamieh 

Los primeros vestigios de asentamientos en el Alto Egipto fueron hallados por Gertrude Caton-Thompsom en Hemamieh y consisten en nueve pequeños refugios de forma circular y con tamaños que variaban entre uno y dos metros y medio de diámetro. Según lo expresa G. Caton-Thompsom (Brunton y Caton-Thompsom, 1928: 76) pasando los niveles Badarienses, entre los 3 pies y 3 pies con 6 pulgadas (aproximadamente entre 91,44 y 106,68 centímetros) se encuentran los vestigios más seguros de asentamientos, mostrados por los restos de nueve chozas circulares, en uso después de que hubiera finalizado la época caracterizada por la cerámica combada o peinada y antes de la llegada de la cerámica decorada. Este estrato está caracterizado por la abundancia relativa de cerámica de borde negro (black-polished) y roja pulida (polished-red) y por la aparición de una cerámica marrón grisácea de aspecto grosero (rough-faced), incisa con una decoración en forma de espiga (Brunton y Caton-Thompsom, 1928: lámina LXXIII, fotografías 147 y 148 y, en un nivel ligeramente superior, el fragmento cuya fotografía aparece en la lámina LXXII con el número 121). Fragmentos de este último tipo cerámico rough-faced inciso con decoración en forma de espiga fueron encontrados, en realidad, en el suelo de una de las estructuras circulares y, a pesar de que esta clase cerámica no ha sido previamente registrada, se prueba que era más temprana que la cerámica decorada y, por lo tanto, debe ser situada, junto con las cabañas circulares, alrededor de la S.D. 40. Vamdier señala que las chozas de Hemamieh se remontan a las Sequence Dates 38-40 (Vandier, 1952: 499).

Los útiles de sílex, que fueron asociados con la cerámica black-topped encontrada en los niveles Amratienses del asentamiento, son bastante interesantes: raspadores circulares u ovales hechos sobre lascas (Brunton y Caton-Thompsom, 1928: lámina LXXXI, figuras 107 a 112) sustituyen a los raspadores nodulares de los niveles subyacentes pero todavía no aparecen ejemplos de los raspadores de largo hoja que aparecen en los niveles superiores con la cerámica decorada. El material a partir del cual están elaborados estos útiles es sílex tabular obtenido a nivel local y que posee una corteza calcárea en los casos en los que ésta (como en los ejemplos de las figuras 108, 114 y 118) no ha sido completamente eliminada en su manufactura. Un buen ejemplo de una típica hoz de sílex se muestra en la lámina LXXXI, número 116, el contraste entre estas hoces de sílex y aquellas usadas por los Badarienses es muy considerable.

Había nueve estructuras circulares de barro cuyos diámetros variaban considerablemente, a continuación incluyo una tabla con las medidas de dichas estructuras.

Estructuras Diámetro Espesor Paredes Altura Paredes Profundidad
112 1.24 m. 0.36 cm. 0.74 cm. 0.38 cm.
197 1.83 m. 0.38 cm. 0.53 cm. 0.41 cm.
225 1.68 m. 0.30 cm. 0.46 cm. 0.30 cm.
242 0.91 m. 0.38 cm. 0.76 cm. 0.91 cm.
248 1.83 m. 0.36 cm. 0.76 cm. 0.91 cm.
249 2.13 m. 0.36 cm. 0.61 cm. 0.76 cm.
252 1.98 m. 0.38 cm. 0.84 cm. 0.91 cm.
265 1.37 m. 0.36 cm. 0.61 cm. 0.99 cm.
268 1.27 m. 0.36 cm. 0.51 cm. 0.61 cm.


A la vista de su tamaño se hace evidente que no todas estas estructuras fueron usadas como habitación humana y en uno de los casos al menos, la estructura 112, la función del círculo era obvia, servía como almacén de combustible.

Las paredes estaban hechas de barro en el que, de forma accidental o intencionada, se habían introducido pequeños fragmentos de piedra caliza y unos pocos bloques de tamaño considerable (un pedazo de 15 x 11 x 11 cm. se puede ver en Brunton y Caton-Thompsom, 1928: lámina LXVII, 1). En algunos casos se puede apreciar la huella de tallos vegetales, cañas o paja, revestimiento de las paredes con material vegetal, presionados contra el barro mientras éste todavía estaba húmedo y que prueba con certeza la existencia de una capa exterior de grupos verticales de fardos de cañas o de paja cuyos trazos son claramente visibles (lámina LXVII, número 3).

Los interiores de las estructuras eran de barro gris oscuro alisado a mano, las paredes se fusionaban, sin solución de continuidad, con el suelo ligeramente cóncavo en la mayoría de los casos. Estas paredes de barro son poco más que un mero zócalo, el apoyo a una superestructura, un techado de paja o de otro material de origen vegetal, no obstante no se han descubierto los restos de material alguno de techado, es probable que el viento, el ganado pastando o el propio hombre eliminasen cualquier vestigio tan pronto como las cabañas o refugios quedasen en desuso. Respecto al exterior es difícil reconocer con precisión el nivel de la base de los muros ya que estos estaban hechos de una arcilla que difería poco del suelo que rodea los refugios.

Caton-Thompsom hace alusión a dos o tres postes, de factura bastante grosera, que ella encontró sólidamente plantados en el suelo, tan cerca de las paredes que casi las tocaban, pero ella no precisa si estos postes, que eran de madera de tamarisco, se encontraban en el interor o en el exterior de los muros. Podemos asumir que estos postes eran utilizados para apoyar y sujetar un techado, hecho de materiales vegetales, como una estera. En este caso sería de esperar que la puerta se abriera en una parte de la superestructura hoy perdida. En todo caso no había un escalón en el interior de los refugios tal y como sucede en las cabañas encontradas en Merimde Beni Salame, aunque Caton-Thompsom encontró una losa de piedra caliza en una de las estructuras pero en tan mal estado de conservación que no puede obtenerse una conclusión precisa.

Las estructuras de Hemamieh, si se trataba de cabañas, no eran confortables en absoluto y si no se hubiera encontrado un hogar cavado en el ángulo noroeste de la estructura número 265 (Brunton y Caton-Thompsom, 1928: lámina LXVII, 4), posiblemente se hubiera llegado a la conclusión de que se trataba de simples almacenes. 

El conocimiento de la forma de las cabañas predinásticas se basa en el hallazgo de un modelo de arcilla encontrado en El-Amrah por Maciver y Mace (Randall-Maciver and Mace, 1902: página 42 y lámina X, 1 y 2). Se trata, al contrario que las chozas halladas en Hemamieh, de una estructura rectangular cuya puerta mide, en la escala reducida del modelo, 10 cm. de alto. Se ha deducido que el modelo reporducía una casa con una planta de medidas 8 por 5,70 metros aproximadamente. La puerta está hecha de vigas de madera y en la parte posterior muestra dos ventanas en la parte superior de la construcción, que se abren en sendos marcos de madera. Los excavadores que sacaron a la luz este modelo supusieron que reproducía una casa construida con un enrejado o encañizado recubierto con argamasa y la han datado, de acuerdo con los objetos hallados a su lado, entre las S.D. 44 y 64, es decir, en Nagada II. Este detalle es importante ya que los refugios de Hemamieh, que estaban situadas debajo del nivel gerzeense, eran redondas lo mismo que las tumbas y, al igual que estas, parece ser que las estructuras de habitación también muestran la tendencia a convertirse en rectangulares hacia Nagada II.

Asentamientos en la región de El-Khattara 

Las investigaciones llevadas a cabo en los yacimientos predinásticos de la región de Nagada por T.R. Hays entre 1975 y 1977 (Hays, 1976; Hays y Hassan, 1976) y por Hassan desde 1978 han proporcionado información que permite clarificar las estrategias de asentamientos Amratienses, ofreciendo numerosas fechas de radiocarbono (Hassan, 1984). Hassan localizó y excavó una serie de pequeños yacimientos Predinásticos en la región de Nagada, cerca de la villa de el-Khattara. Hays (1976: 552) reportó una serie de yacimientos predinásticos previamente desconocidos y que consistían en varios montículos formados por depósitos de basura. Los datos proporcionan fechas para cuatro yacimientos y para varias partes de uno de ellos. De estos cuatro yacimientos, KH3 (Hagir Menchia), KH6 (Ezbet el-Ababda) y KH1 (Khattara) contienen cerámicas caracterizadas por la abundancia de cerámica Red Polished y Black-Topped Polished que muestran afinidades al periodo Nagada I. Hay también fragmentos ocasionales de cerámica Rippled (peinada), White Cross Lined y cerámica "naranja" (Late, Decorated o Vawy Handled). Fue, precisamente, la presencia de esos pocos fragmentos de cerámica "ondulada" lo que llevó a Hays (Hays, 1976) a sugerir que estos yacimientos eran Badarienses. Sin embargo el descubrimiento de vasos completos en posteriores temporadas de excavaciones y la reconstrucción de la morfología de vasos a partir de grandes fragmentos hicieron posible situar los yacimientos, dentro del sistema de datación de Petrie, entre las Sequence Dates 41-44, posición corroborada por la presencia de cerámica White Cross-Lined y objetos de cobre. Este grupo corresponde a Nagada I tal y como es definida por Kemp (Kemp, 1982) en base de la seriación de cerámicas procedentes de El-Amra (Hassan, 1985: 108). Sin embargo las sequence dates pertenecen al periodo de transición entre Nagada I y Nagada II de acuerdo con Baumgartel (Baumgartel, 1965) y al Stufe IIa en el esquema de Kaiser (Kaiser, 1956, 1957). No obstante estos yacimientos pertenecen a un grupo que es claramente distinto y más antiguo que los conjuntos en la "Ciudad Sur" y "Ciudad Norte" de Nagada, aquellos yacimientos podrian ser considerados como pertenecientes a una unidad arqeuológica del periodo Nagada temprano , el límite sugerido por Kemp (Kemp, 1982) en la S.D. 47/48 entre su Grupo I y su Grupo II en el-Amra, podría ser aplicable en Nagada como frontera entre los periodos Nagada Temprano y Nagada Tardío (Hassan, 1985: 108).

Fechas de radiocarbono disponibles de la zona de Nagada indican que los asentamientos abarcan un periodo de 900 años aproximadamente, desde el 5270 al 4400 a.P., fechas de radiocarbono sin calibrar, alrededor de un ochenta por ciento del tiempo de duración de Periodo Predinástico en el Alto Egipto, los asentamientos del Delta y de el-Fayum preceden a los lugares predinásticos del Alto Egipto en un milenio aproximadamente (Hassan y otros, 1980: 29). La edad promedio estimada para los asentamientos de los yacimientos en las áreas KH3, KH6 y KH1 es 3760 +/- 40 a.C. Podemos estar seguros que estos asentamientos del periodo Nagada temprano fueron ocupados en algún momento dentro del intervalo desde aproximadamente el 3850 al 3650 a.C. (Hassan, 1985: 108).

Aproximadamente diez áreas de ocupación fueron localizadas en adición a los yacimientos que Petrie había identificado años antes, estos asentamientos se encontraban a lo largo de las terrazas bajas que se asoman a la llanura de inundación, en el límite de la zona cultivada. Estas áreas varían de tamaño desde unos pocos miles de metros cuadrados hasta alrededor de tres hectáreas y el grosor de los depósitos también varía considerablemente, desde unos pocos centímetros hasta un metro de profundidad. Los yacimienos de el-Khattara están localizados, en un diseño lineal, al oeste del plano de inundación. Aunque no hay pruebas de arquitectura permanente en ladrillos de adobe o con cimientos de piedra, ciertas características "domésticas" como pequeños agujeros para postes, agujeros recubiertos con barro, hogares, restos de ollas o restos de postes de madera sugieren la existencia de endebles cabañas de cañas o mimbre tejido alrededor de una estructura formada con aquellos postes. La abundancia de escombros y de barro del Nilo en el lugar sugiere que la mayor parte de los refugios fueron hechos con bloques de barro y piedras. Las cabañas contenian hogares y agujeros de almacenamiento y algunas tenían tumbas en sus suelos. Áreas de basura estaban entremezcladas con los refugios. Los recintos de animales, señalados por excrementos de cabras y ovejas, eran frecuentes, algunos depósitos eran muy delgados pero otros llegaban a alcanzar un metro de espesor (Hassan, 1988). En el yacimiento KH3 depósitos de arena de color más claro, correspondicente a áreas de habitación, han sido diferenciados de depósitos más oscuros y que contenían estiércol, ya que posiblemente se tratase de rediles donde los animales estaban encerrados. Un entierro infantil fue excavado en un hogar o unidad familiar en el yacimiento KH3 (Holmes, 1989: 191-194). Todo hace indicar que, pese a que no ha sobrevivido ninguna estructura de esa fecha, las edificaciones con ladrillos de adobe ya eran construidas en aquel lugar a comienzos de la cultura Nagada.

Aparecieron restos de cabras, ovejas, ganado bovino y cerdos domesticados y eran cultivados trigo, cebada y escandia (especie de trigo muy parecida a la escanda, con dobles carreras de granos en la espiga) o farro (semilla parecida a la escanda), ahora se ha podido controlar la variación temporal en la frecuencia cuantitativa de los cultígenos (planta o grupo conocido únicamente en cultivo; regularmente originado por domesticación; contrasta con nativo) y de los animales, las excavaciones se realizan en niveles de cinco centímetros proporcionando un estricto control sobre los cambios a lo largo del tiempo en los artefactos y en los restos bioarqueológicos. Los resultados provisionales en los análisis de los restos de la fauna indican que hay un cambio importante en la relación entre ovinos y caprinos desde los niveles más bajos hasta los niveles más jovenes, el ratio va desde una proporción 11,7:1 en los niveles más antiguos a 1,1:1 en los más recientes, con un decrecimiento paralelo en la proporción entre caprinos y cerdos, es de destacar que el ratio entre caprinos y ovinos en Egipto hoy en día es 1,5:1, en el Egipto faraónico, el ratio era similar al actual 1,5:1. Esta variación temporal sugiere que los tempranos habitantes de la región de Nagada posiblemente se encontrasen inmersos en un modelo de subsistencia que emfatizaba la utilización de los recursos del desierto ya que ovejas y cabras están mejor adaptadas al desierto que el ganado vacuno o los cerdos (Hassan y otros, 1980: 29-30). Las excavaciones llevadas a cabo sobre el sector KH3 en la región de el-Khattara, han puesto de manifiesto una fuerte densidad de detritus orgánicos, coprolitos de cabras y de ovejas, que sugieren la existencia de un sector reservado para la explotación de dichos animales (Tristant, 2004: 75). En base a los conjuntos líticos y cerámicos se puede decir que el conjunto pertenece a Nagada I, sin embargo el hallazgo de fragmentos cerámicos ondulados, hace que Hays atribuya los yacimientos de el-Khattara al periodo Badariense (Hays, 1984:72), sin embargo un estudio más profundo de las cerámicas halladas en los asentamientos predinásticos en la región de Nagada llevado a cabo por Hassan y Matson (1989:314), indica un grupo perteneciente al periodo Nagada temprano en los yacimientos de el-Khattara y un gran grupo, de Nagada II, en las Ciudades del Sur y del Norte (South Town y North Town). 

Capas muy gruesas de excrementos de cabras y ovejas sugieren la ocupación prolongada de esos asentamientos, durante varias generaciones. El análisis micro-estratigráfico de los gruesos depósitos de estiercol de los animales (cabras y ovejas fundamentalmente) sugiere que allí hubo hasta cinco fases de ocupación que fueron cubiertas y desplazadas lateralmente, demostrando un fenómeno de sucesivas fases de abandono y recuperación (Hassan, 1988: 155). Los lugares de habitación están espaciados, de forma regular, unos 2 kilómetros de distancia. Tanto las fuertes similitudes en los tipos como la frecuencia de aparición de los artefactos sugieren que pertenecían a un grupo de comunidades relacionadas. Una media entre 50 y 200 personas parecen haber ocupado esos lugares durante el curso de aproximadamente 200 años, alrededor del 3750 aC., de acuerdo con el promedio de las fechas de radiocarbono calibradas (Hassan, 1985 y 1988).

Asentamientos en Hieracómpolis: Locality HK 29

En 1982, miembros del “Hierakonpolis Predynastic project” bajo la dirección de Michael A. Hoffman publicaron el informe preliminar de sus investigaciones (Hoffman el al., 1982). Los autores creían que los asentamientos en el desierto de Hieracómpolis databan del periodo Amratiense, es decir, en el Predinástico Temprano. Ellos explican la distribución de asentamientos en referencia a las prácticas de subsistencia y al medio ambiente y proponen un modelo atípico (comparado lógicamente con otros yacimientos del Alto Egipto) de los patrones de asentamiento, basado en la ecología. Específicamente, ellos argumentan que unos sedimentos Neolíticos, subpluviales y únicos, presentes a nivel local, permitieron la agricultura en el desierto y en el Wadi Abul Suffian o Gran Wadi (ver plano de la zona completa) considerando los asentamientos presentes en este yacimiento como históricamente excepcionales (Harlan, 1996).

A continuación explicaré los restos de asentamientos encontrados en la Locality HK 29 (o Localidad HK 29, como pasaré a denominarla a partir de ahora), siguiendo lo que los arqueólogos que los sacaron a la luz nos dicen en el informe de las excavaciones llevadas a cabo durante la década de los setenta y comienzos de los ochenta del siglo pasado (Hoffman, 1982).

Figura 68
La Localidad HK 29 se encuentra a unos 450 m al sudoeste del límite del cultivo, en una pequeña elevación del terreno, unos 90 m por encima del nivel del mar y entre uno y dos metros por encima del terreno circundante, y abarca un área aproximada de 17.088 m2, durante las excavaciones llevadas a cabo entre 1978 y 1979 se “despejó” un área de alrededor de 600 m2 en la porción central de la Localidad (Hoffman 1980; y 1982: 7-14; ver figura 68). La excavación se llevó a cabo tras dividir el terreno en series de cuadrantes de 10 por 10 m y revelaron, como veremos a continuación, un horno cerámico y los cimientos de varias estructuras (Friedman, 1994: 650 y ss.). La estratificación vertical hallada fue mínima, debida principalmente a las actividades post-deposicionales, en forma de suelo rico en basura “carbonizada” sobre el horno, subsecuentemente excavada por agentes, antiguos o modernos (Friedman 1994). 

En base a los objetos encontrados, los restos del asentamiento encontrados en el yacimiento de la Localidad HK 29 pueden ser datados en el Amratiense de Petrie o en la fase Nagada I de Kaiser, Stufen Ib-Ic, mientras que las fechas de radiocarbono corregidas sugieren una fecha media para la Fase I de ocupación alrededor del 3650 a.C. y para la Fase II aproximadamente en torno al 3500 a.C. Las fechas exactas son las siguientes (Hoffman et al, 1982: 10):

Procedencia de las dataciones
Fechas de Radiocarbono (a.P.)
Fechas Corregidas (a.C.)
L.29 –10L10, Str. I, level 2
4760 +/- 80
3648 +/- 80
L.29 –10L10, Str. I, Feature I
4670 +/- 80
3505 +/- 80
L.29 –17L13, Str. II, level 3,   Feature 5
4800 +/- 75
3689 +/- 75
L.29 –17L13, Str. II, level 1B, Feature 5
4680 +/- 80
3516 +/- 80



La cronología relativa de la Localidad HK 29 está bien establecida por la forma simple y temprana de casi todos los fragmentos cerámicos analizados que proceden del asentamiento. La pertenencia  a la época Nagada I se refuerza, además, por el descubrimiento de ciertos artefactos de piedra, sobre todo en las tumbas asociadas, y que son conocidos por constituir elementos “diagnósticos” del periodo.

En la Localidad HK 29 pueden definirse dos fases de ocupación I y II, ambas parecen ser, como hemos visto antes, de época Amratiense. La mejor preservada y más antigua, la Fase I, ha sido dividida a su vez en tres subfases, de la más antigua a la más moderna, denominadas A, B y C. La designación “Subfase X” se refiere a restos que no pueden ser claramente relacionados a una subfase particular. Probablemente, la Fase I no se extendió en el tiempo más allá de 100 años mientras que la duración de la Fase II es más difícil de determinar debido a la gran perturbación hallada pero, a juzgar por la homogeneidad de las cerámicas halladas en la Localidad HK 29, podría confirmarse su pertenencia al periodo Amratiense y, por lo tanto, podría no haber excedido de los 150 años.

La Fase I incluye todos los restos estructurales excavados en la superficie limpia de los sedimentos del Pleistoceno. En algunos casos la integridad de las estructuras fue destruida por modificaciones o perturbaciones de las subfases o por la construcción de los elementos de la Fase II.

Veamos cada una de las tres subfases de la Fase I:

Figura 69
Subfase A: se trata de la zona de habitación más temprana detectada en el área excavada. Consiste solamente en una pequeña cuenca rectangular, situada en el cuadrante -30L10, con un gran agujero para poste cerca de una esquina. El conjunto era probablemente una estructura doméstica. Tanto la depresión como el agujero para poste están cortados por la Trinchera B, parte de la ocupación correspondiente a la Subfase B. Posiblemente asociada con la Subfase A está la Trinchera E, cortada también por las Trincheras B y C (ver plan de la Fase I, figura I.2 de Hoffman, 1982, figura 69).

Figura 70
Subfase B: consiste en un amplio sistema de recintos o cercados, como patios o corrales, situados en los cuadrantes -20R0 y -20L10, posibles cobertizos y una vivienda (ver figura 70). Los cercados consisten en dos áreas entrelazadas, más o menos cuadradas, delimitadas por las Trincheras A, F y B que una vez contuvieron vallas de cañas, e incluyen dos pequeñas dependencias, quizás especies de cobertizos, las Estructuras IV y V. El recinto limitado por las Trincheras A y F medía, originalmente, aproximadamente 15 m en dirección norte-sur y unos 14 m en sentido este-oeste. Estas zanjas son todo lo que queda de las cercas de cañas, revocadas probablemente con barro y reforzadas ocasionalmente con postes de madera y que son análogas a las vallas utilizadas actualmente en las zonas rurales de Egipto. La profundidad de las zanjas o trincheras oscila entre los 4 y los 33 cm, promediando unos 15 cm. Originalmente, antes de la erosión y la destrucción humana, la profundidad de estas zanjas promediaría, probablemente, entre 20 y 25 cm. La anchura de estas zanjas varía entre 7 y 27 cm mientras que su promedio es de 14 cm aproximadamente.

La vivienda, tenuemente asociada con la Subfase B, y denominada Estructura III, estaba localizada en el cuadrante -20L20 del yacimiento y se encontraba muy erosionada. Sólo su similaridad y su proximidad a la Estructura II (una casa bien preservada, perteneciente a la Subfase C) permitieron su identificación positiva. La Estructura III consiste en una habitación semi-subterránea poco profunda, denominada Habitación A (o Estructura IIIA) cuyas dimensiones son, aproximadamente, 2,90 m por 2,80 m con una plataforma aparentemente para un horno en una esquina y un posible porche en el extremo opuesto, colindante con una línea de postes que continuaban como si se tratase de una valla. Como apéndice a esta valla estaba la Habitación B (o Estructura IIIB), una dependencia o cobertizo oval que medía 2,67 m por 1,40 m. La asociación de la Estructura III (A y B) con la Subfase B se hace sobre la base de que su orientación sugiere una relación de los recintos, mientras que el hecho de que no se quemó en el incendio que niveló la adyacente Estructura II, sugiere que era anterior o posterior que ese edificio. La conjetura de Hoffman (1982: 12) es que se trataba de un conjunto más temprano que la Estructura II.

Figura 71
Subfase C: es el mejor representado de todos los periodos arquitectónicos en la Localidad HK 29, gracias al hecho de que sus dos edificios, la Estructura I, un horno de cerámica, y la Estructura II, una casa, se quemaron alrededor del 3650 a.C.

La Estructura I, en el cuadrante -10L10, aunque muy perturbada, fue originalmente un gran horno cerámico aproximadamente circular, con unas medidas de 6 m de largo por 5 m de ancho, usado para producir cerámicas, de uso doméstico e “industrial” (en el sentido que esta palabra podía tener en aquella época) atemperada con paja. Tal y como hoy existen todavía, el horno contenía ocho cuencas o depresiones poco profundas (o diez según veremos ahora) entre aproximadamente 50 y 80 cm de diámetro y entre 5 y 15 cm de profundidad. Originalmente deberían existir, casi con toda seguridad, dos cuencas o depresiones adicionales en una sección del horno ahora destruida. En tres de las depresiones algunos de los morillos originales (los morillos son los caballetes o soportes que se colocan en el hogar para sustentar la leña u otros objetos) permanecían todavía “in situ”. Estos morillos eran rectangulares o cuadrados, con superficies alisadas y hechas con la misma pasta atemperada con paja que se usaba para elaborar mucha de la cerámica. La disposición triangular de estos morillos en una de las depresiones sugiere que debía soportar el peso de grandes vasos de almacenamiento. Estos recipientes “multi-usos” eran muy grandes con un diámetro de su borde que variaba entre 50 y 100 cm y eran, en este caso al menos así lo parece, usados como contenedores, dentro de los cuales eran cocidos otros vasos de más pequeño tamaño, es posible que recipientes adicionales pudieran haber sido cocidos a nivel del suelo en los espacios intermedios (Friedman 1994). Así pues, según esta reconstrucción teórica, grandes jarras de almacenamiento, quizás hasta de un metro de altura funcionaban como cámaras protectoras del fuego para los vasos más pequeños. Cierta cantidad de restos de estos recipientes fueron encontrados entre los escombros sobre y alrededor del horno por lo que es posible que sólo fragmentos de estas grandes y gruesas jarras fueran empleados para crear improvisadas superestructuras sobre las depresiones en las que los recipientes más pequeños fueron cocidos (Friedman, 1994). La reconstrucción más lógica de la Estructura I es la de un simple horno rodeado por muros bajos de barro los cuales se utilizaban para contener el combustible y hacer de embudo al prevaleciente viento del norte.

Figura 72
Un inesperado “golpe de viento” prendió, aparentemente, la adyacente vivienda del alfarero, la Estructura II (ver figura VI.4 de Hoffman, 1982; ver figura 72). No obstante, Geller sugiere que este mismo horno era usado, no con fines de elaboración cerámica sino para el secado de grano (Geller, 1984). Sin embargo Friedman (1994) ha mostrado que hay poca duda de que esos hornos fueron usados para la producción de cerámica atemperada con paja. Una chispa procedente de ese innovador “complejo industrial” destruyó la casa fosilizándola y, por lo tanto, la hizo más fácilmente distinguible en la arena del desierto. La fecha de Carbono 14, una vez corregida, para este edificio es de 3505 +/- 59 a.C. (Hassan, 1984b: 13-15) y el rango medio de fechas de radiocarbono (Geller, 1992) lo sitúa al final de Nagada I o principios de Nagada II, pero no existe ruptura en la continuidad en el yacimiento e incluso fueron encontrados bajo este antiguo horno restos de otras estructuras (Adams, 1990: 31).

La Estructura II asociada a la anterior es una construcción rectangular, semi-subterránea de 4 m de larga por 3,50 de ancha situada en el cuadrante -20L10 aunque los excavadores nos concretan todavía más diciéndonos que se sitúa en las coordenadas -17L13, y con una fecha de radiocarbono calibrada de 3435+/-121 a.C. (Bard, 1999: 445-449). Una superestructura de postes y bahareque (pared de palos entretejidos con cañas y barro) estaba soportada por ocho maderos verticales (su detallada publicación se puede encontrar en Hoffman, 1980). Su asociación directa con el horno está apoyada por el hecho de que ambas estructuras parecen haber ardido al mismo tiempo en el incendio causado por un accidental “golpe de viento” que envió las llamas desde el horno hasta la casa a través del área intermedia, de hecho segmentos enrojecidos se extienden desde los restos del horno hasta la casa, así mismo podemos alegar, para reforzar la relación entre ambas estructuras, la existencia de un morillo triangular asociado y también podemos relacionarlos por el hecho de que ambas estructuras están cortadas por la Trinchera A. La cerrada relación estructural de la Estructura II y la Trinchera A nos conduce a considerar las dos estructuras como coetáneas. Parece que, aunque la Trinchera A podría haber precedido a la Estructura II, podría haber continuado estando en uso algún tiempo para ser gradualmente derribada, primero cuando fueron renovados el umbral y la puerta de la Estructura II y después cuando fue construido el horno. Posiblemente los habitantes de la Estructura III construyeron un nuevo hogar, más espacioso, la Estructura II, y entonces procedieron a modificar, gradualmente, la cerca del patio para construir, finalmente, el horno cerámico, “un triunfo para la tecnología y un desastre para su ambicioso ocupante” (Hoffman, 1982: 12). Un problema que se presenta es el número de agujeros para postes y la Trinchera D, justo al sur de la Estructura II, actualmente se considera esta estructura como una especie de porche, adjunto a la casa y análogo quizás al “porche” en el lado norte de la Estructura III. Hay numerosos elementos asociados a la Estructura II e incluyen una base de horno cortado en los sedimentos nativos y encerrado en adobe, en una de las esquinas; una gran jarra cerámica de almacenaje “in situ”, parcialmente integrada en el suelo, en el extremo opuesto al lugar donde se encuentra el horno u hogar; un morillo triangular; y cierto número de restos de postes que quedan de la superestructura de lo que parecen haber sido unas paredes y un techo de cañas o zarzas y barro; y, por último, un gran agujero redondo en la esquina exterior noreste y que una vez contuvo una gran jarra de almacenamiento.

Figura 73. Reconstrucción de casa Amratiense
Subfase X: está limitada a aquellos restos encontrados en la cuadrícula -30R0 y parte de la -30L10. Estos incluyen los restos, muy perturbados, de una posible morada o refugio similar a las Estructuras II y III, denominada Estructura VI, y una depresión de un recipiente cerámico circular y un agujero de poste asociado. Existe la posibilidad de que la Subfase X pudiera estar asociada con la Subfase A, pero no existen suficientes datos que confirmen o refuten esta conjetura.  Los restos de la Subfase X están muy perturbados por la siguiente fase de ocupación, la Fase II.

La Fase II incluye bases o cimientos de muros de adoquines de adobe desplomados, encontrados en los cuadrantes -30R0 y -30L10 del yacimiento. Aunque inicialmente estos restos presentaban la apariencia de piedras apiladas de forma aleatoria, existen suficientes casos y analogías, tanto en Hieracómpolis como en otros lugares para demostrar que estos restos eran cimientos de edificios que se habían derrumbado y perturbado.

Aunque no se ha recuperado ninguna de las superestructuras, es posible que se tratase de paredes hechas de barro, ladrillos de adobe o incluso de cañas o ramajes mezcladas con barro. La presencia de agujeros para postes, huesos y elementos de sílex entre los cimientos de piedra, reflejan, probablemente, el uso de material de vertederos antiguos como mortero. De acuerdo con los datos obtenidos, la Fase II de ocupación puede ser datada alrededor del 3500 a.C.

Tanto el estilo arquitectónico de la Fase II como los materiales utilizados contrastan con la Fase I de ocupación sin que sepamos si se trata de una tendencia cronológica, es decir, de diferencias funcionales entre una ocupación meramente agricultora y una ocupación con muestras ya de una industria primaria, o si estamos ante una variación estilística normal entre alternativas arquitectónicas.

Los objetos encontrados pueden ser datados, mayoritariamente, en el periodo Amratiense incluyendo formas cerámicas distintivas y “fósiles directores” o “diagnósticos” como son la cerámica del tipo White Cross-line, paletas de pizarra romboidales, cabezas de maza en forma de disco de diorita y puntas de lanza en forma de “cola de pez”. No obstante Harlan (1985) ha sugerido que la fecha podría estar más ajustada si la situamos en un momento de transición entre el Amratiense y el Gerzeense (Nagada IIa).

La característica más notable en relación con los elementos hallados en la Localidad 29 es su gran número y masa. Dentro de un área de 600 m2 y sobre un periodo de no más de 300 años, los amratienses residentes en el lugar lograron producir una asombrosa cantidad de residuos, en este sentido fueron unos perfectos predecesores del hombre moderno. Se encontraron casi 358.000 fragmentos cerámicos de más de 1 cm de longitud. Un análisis temprano de Hoffman en la escuadra ―10L10 proporcionó un total de piezas analizadas, procedentes de la Localidad HK 29, de 6.142. Esto constituye un testimonio abrumador de la productividad de los habitantes en, probablemente, unas pocas generaciones

La industria cerámica estaba dominada por tipos cerámicos atemperados con paja mientras que los más finos, tipos cerámicos “rojo ciruela” sin atemperar, constituyen poco más del 3% del total del inventario cerámico. Lo que tenemos ya bastante claro es que los porcentajes relativos de los diferentes tipos cerámicos depende más de la función a la que estaban destinados que a la cronología ya que en los cementerios se produce la situación opuesta, tal y como podía esperarse (Hoffman et al., 1982: 66-85). En muchos casos, tiestos reelaborados fueron empleados como pesos (¿para telares quizás?) mediante agujeros hechos en sus centros. Un fragmento de figura de animal realizada a base de arcilla atemperada con paja, fue también encontrada en la Localidad HK 29, por la peculiar forma de su pie se pensó inicialmente que se trataba de la representación de un camello aunque posteriores estudios por zoólogos sugieren que se trataría más bien de un bóvido.

En la Localidad HK 29 fueron recuperadas muy pocas herramientas de piedra, lascas bifaciales. Quizás la pieza más distintiva de este periodo cronológico hallado en este yacimiento sea una punta de lanza en “cola de pez” rota. También se encontraron instrumentos “alados”, perforadores bifaciales, varios de los cuales muestran gran desgaste en sus coronas o brocas. A pesar de la escasez de los elementos bifaciales, la industria de piedra de lascas fue muy rica en herramientas. Muchas de ellas eran microlíticas y muestran clara continuidad con las anteriores tradiciones del Paleolítico y Epipaleolítico finales. Los buriles también eran comunes, fueron encontradas un gran número de hojas sin retoque o ligeramente retocadas, algunas de las cuales muestran características del típico “brillo de hoz” que aparece con el uso.

El gran número de exóticas y atractivas piedras encontradas en la superficie de la Localidad HK 29 así como un pequeño pendiente de cuarzo translúcido de fina manufactura y varios fragmentos de vasos de diorita, testimonian la bien conocida habilidad de los egipcios predinásticos en la elaboración de objetos de piedra. Más que vasos y ornamentos elaborados en piedra, para usos locales y utilitarios, probablemente se trataba de productos ampliamente comercializados a lo largo de todo el Valle del Nilo.

Como resumen diré que la Localidad HK 29 representa el mayor yacimiento de asentamiento excavado en Egipto perteneciente al periodo Amratiense o Nagada I. Datado alrededor del 3600 a.C. y extendiéndose un periodo entre el 3700 y el 3500 a.C. (como máximo), han sido identificadas dos fases principales de ocupación. La última, Fase II, está muy mal conservada y representada solamente por restos de cimientos de piedra en el extremo sur de la excavación.

La Fase I ha sido dividida en tres subfases, todas las cuales representan actividades normales de reconstrucción y cambios, posiblemente dentro de la misma familia. La arquitectura de la Fase I consiste en casas rectangulares semi-subterráneas con superestructuras de bahareque (pared de palos entretejidos con cañas y barro), pequeñas dependencias de materiales ligeros, amplios patios cercados por vallas y un gran y simple horno de cerámica. Las actividades normales de pastoreo y agrícolas están atestadas por los restos, más amplios los de la fauna y más limitados los vegetales. Los restos animales incluyen ganado vacuno, ovejas, cabras, cerdos y asnos mientras que los restos vegetales están representados por trigo, cebada y plantas leñosas. A pesar de estas típicas actividades neolíticas, la Fase I está marcada por los impresionantes esfuerzos industriales primitivos, sobre todo la producción de cerámica atemperada con paja, tanto utilitaria como para fines industriales, y la manufactura de objetos de piedra, tanto con formas de “fantasía” como con fines prácticos, como pueden ser paletas de pórfido, vasos de diorita, paletas de pizarra o metates (piedras sobre la cuales se muele el grano manualmente) de granito de Asuán.

Uno de los más sorprendentes contrastes entre las dos fases es su diferente organización espacial y su tecnología arquitectónica. Mientras que la Fase I muestra un modelo “disperso”, con patios o corrales, la Fase II ofrece un modelo de asentamiento sorprendentemente aglutinante con casas compartiendo paredes comunes, si no tuviésemos la evidencia de las superposición de las estructuras de la Fase II sobre las de la Fase I, podríamos interpretar los restos como diferentes “barrios” de la misma localidad. 

Asentamientos en Hieracómpolis: Locality HK 11C

Figura 74
La Localidad 11 constituye un gran yacimiento “multi-componente”, situado aproximadamente a 1,5 km del límite de la zona de cultivo y cubre un área de alrededor de 68.000 m2. Localizado en una elevación del terreno en el interior del Wadi Abul Suffian y entre 95 y 102 m sobre el nivel del mar (Hoffman, 1982: 14). El yacimiento está compuesto de montículos de deshechos, hornos cerámicos y zonas de habitación. Entre 1978 y 1979 se excavó una de las zonas de la Localidad HK 11, la denominada Localidad HK 11C, donde se “aclararon” unos 85 m2 en los que se encontró una variedad de zonas funcionales (ver figura 74).

Figura 75
Una investigación de la superficie de la Localidad 11 indicó la presencia adicional de cuatro montículos de deshechos y tres zonas con hornos, todo ello acompañado posiblemente por áreas de habitación. Otro componente de esta localidad es un cementerio localizado en la periferia suroeste y, posiblemente, también un petroglifo asociado.

Casi con toda seguridad, los cementerios en las Localidades HK 12 y 13 (y el componente Amratiense de la Localidad 6) son contemporáneos con la época de ocupación principal de la Localidad HK 11. 


El carácter multi-componente de la Localidad HK 11C constituye un lugar ideal para recoger datos de la prehistoria egipcia, del “paleo-ambiente” y de las estrategias de subsistencia.


En cuanto a la cronología se refiere, los materiales culturales obtenidos en los yacimientos incluyen varios ejemplares de cerámica del tipo Red Pottery y cuatro fragmentos de una cabeza de maza en forma de disco, todo lo cual nos indica una datación relativa para la Localidad HK 11C que se corresponde con el Predinástico Temprano o Amratiense (Kantor, 1965). Cuatro fechas de radiocarbono calibradas corroboran esta datación relativa con fechas absolutas que son las siguientes:

Procedencia
Fechas sin calibrar (a.P.)
Fechas calibradas (a.C.)
L. 11C, Montículo A, Nivel 6
4900+/-65
3792+/-65
L. 11C, Montículo A, Nivel 14
4750+/-75
3638+/-75
L 11C, 0N-6E, Elemento 1
4815+/-75
3705+/-75
L 11C, 0N-6E, Elemento 4
4710+/-80
3572+/-80
L 11C, 6,5N-21W, Nivel 7
4570+/-80
3403+/-80



El yacimiento, pues, pude datarse con seguridad en las primeras etapas de la cultura Nagada (Nagada I o Amratiense). Los restos de la cultura material y las fechas de radiocarbono indican una ocupación inicial del asentamiento datada alrededor del 3800 a.C. y sugieren que el lugar fue abandonado alrededor del 3500 a.C. Una última ocupación es atestada por un único horno, cuya cerámica (del tipo cerámico “Hard Oranje”, atemperado con piedra triturada) es claramente posterior al material recuperado en las excavaciones y que es, probablemente, contemporáneo con el componente Protodinástico de la Localidad HK 6 (circa 3200-3100 a.C.).


Las primeras excavaciones en la Localidad 11C fueron realizadas en marzo de 1978 en el montículo A, el cual está localizado aproximadamente unos 60 m al sur del canal del Gran Wadi. El montículo había sido excavado por buscadores de “sebakh” (abono natural formado, entre otras causas, por la descomposición del adobe de las estructuras antiguas) o quizás por la expedición del Metropolitan Museum of Art en 1935 (Lansing, A., 1935: “The Egyptian Expeditions (at Hierkonpolis) 1934-1935” Bulletin of the Metropolitan Museum of Art, section II, November: 37-45). Estas perturbaciones o interferencias están confinadas a la zona sudeste del montículo y no excede 1 m en profundidad lo que proporciono una fortuita vista de la estratigrafía antes de las excavaciones de 1978. En este año un test de sondeo, denominado Test A, fue excavado con una profundidad máxima de 2,15 m en el Montículo A, la excavación se llevó a cabo en niveles de 10 en 10 cm. En el nivel 14 del Test A, aproximadamente 1,46 m bajo la superficie se descubrieron, en un estrato compacto de cenizas, arena y suelo orgánico marrón, siete grandes rocas de arenisca, un molinillo de mano y una concentración de material vegetal. Este conjunto se denominó “Feature 3” (Elemento o Estructura 3), un examen del material vegetal sugiere que se trataba de un área de actividad especializada. Espiguillas de trigo (Triticcum) y una gran cantidad de paja menuda fue detectada en una concentración particularmente densa (unos 5 cm de espesor en un área de 1 m2). El molinillo de mano junto con esta cantidad de grano y de paja indica una actividad especializada: la trilla y la molienda de grano.



Durante la campaña de 1979 cuatro unidades adicionales fueron excavadas en la Localidad 11C, en una de ellas, la denominada Test B, se encontraron una serie de restos de postes de madera, asociada con esta estructura aparecieron tres cuencas circulares (de alrededor de 20 cm de diámetro). Todo hace pensar que “ellos eran casi ciertamente los productos de una zona de habitación bajo el montículo hacia el Gran Wadi. La Estructura 3, del Test A, es un área de actividad especializada (trillado y molido de granos)” (Hoffman, 1982: 18). El recinto hallado en el Test B, en base a su tamaño, puede tratarse de restos de un compuesto para ganado.



Figura 76
Aproximadamente 30 m al norte del Montículo A, cerca de la orilla del Gran Wadi, fue excavado un terreno en cuadrículas de 5 x 5 m. La primera escuadra, 0N-0E, estaba localizada más cerca del Wadi. Se pensaba que la superficie de la penillanura plana que bordea el wadi era el lugar más probable para encontrar la zona de habitación predinástica que, a su vez, limita en el borde del wadi por una zona industrial de hornos de cerámica. En esta escuadra, 0N-0E, se descubrieron cuatro elementos o estructuras (ver figura 76), la primera, denominada Estructura 4, consistía en una un poste de madera de unos 25 cm de diámetro, el segundo elemento o Estructura 5 consistía en una depresión circular de 1,25 m de diámetro y entre 12 y 15 cm de profundidad rellena con arena y fragmentos cerámicos atemperados con paja, posiblemente recipientes de almacenamiento, fragmentos quemados del tipo cerámico “plum-red ware”, piedra quemada, carbón, sílex y hueso. A unos 75 cm de distancia de la Estructura 5 se encontró la Estructura 6 que medía 90 cm de diámetro y unos 14 cm de profundidad y contenía piedra quemada pero menos cantidad de de hueso y sílex que la Estructura 5. Aunque no había cerámica atemperada con paja en este elemento, tres cuencos del tipo “plum-red ware” pudieron ser reconstruidos. Aproximadamente en línea con las Estructuras 5 y 6 y a un metro de esta última, se encontró un charco de lodo, circular, seco y cuya superficie aparecía agrietada por el sol, de color marrón claro, de unos 2 cm de espesor sobre el oscuro limo del Nilo, con carbón, arenisca y sílex cerca que se denominó Estructura 7 (Feature 7) y cuyas dimensiones aproximadas son: 1 m de norte a sur y 90 cm de este a oeste. Los suelos de la Estructura 7 ofrecieron fragmentos carbonizados de “Tamarix”. El similar contexto estratigráfico de las Estructuras 4, 5, 6 y 7 dentro de los sedimentos del Nilo, apoyan su asociación común en una ocupación única. La Estructura 4 podría haber formado parte de un conjunto más grande, posiblemente una tienda o refugio mientras que, en base a los materiales recuperados, las Estructuras 5 y 6 reflejan actividad doméstica. Evidencias de combustión (rocas o cerámica quemadas) y la recuperación de cebada (Hordeum) y otros productos comestibles, indica que se trataba de hogares dentro de áreas de vivienda. La Estructura 7, sin embargo, ofrece pocas pistas sobre su origen y finalidad, una posibilidad es que el lugar fuera continuamente humedecido y secado por el goteo de agua y el sol respectivamente. Esto es, que se tratara de un sistema de almacenamiento de agua que hubiera sufrido pérdidas “gota a gota” produciendo charcos de lodo bajo el depósito.



Tras la excavación de la zona de ocupación 0N-0E, el equipo de Hoffman excavó hacia el sudeste esperando hallar más restos de ocupación predinástica asociada con los elementos hallados en la zona 0N-0E.



De esta forma, en la zona denominada 0N-6E se descubrieron los restos de una estructura de ladrillos de adobe y una fila de 15 pequeños restos de postes de madera de aproximadamente entre 2,5 y 5 cm de diámetro, pertenecientes a una antigua valla que podría haber servido como pantalla contra el viento o como parte de un recinto rectangular o cuadrado.



Figura 77
Al lado de esta estructura de adobe se descubrió una gran depresión en forma de recipiente cerámico, de unos 50 cm de diámetro, asociado con fragmentos cerámicos atemperados con paja, es decir, de un tipo “tosco”, y también se hallaron dos canales poco profundos que recorren la longitud de la estructura separados por una especie de muro central hecho con ladrillos de adobe (ver imagen I.7 de Hoffman; figura 77).



Por encima de las estructura había numerosas cañas y ramas, identificados como “Acacia”, “Tamarix”, “Ceruana” y “Cyperus”. Una muestra del interior de la gran depresión que hemos citad ofreció espigas identificables como cebada (Hordeum), carbon (de Tamarix) y madera de Acacia.



Hoffman piensa que la Estructura I era, probablemente, un pesebre. El agua podía haber estado almacenada en el recipiente cerámico que constituía la depresión actual y el forraje podría haber estado en los canales citados. Las abundantes ramas y cañas y sus impresiones en los ladrillos de adobe indican los restos de algo parecido a esteras, quizás para ventilación o para reducir la evaporación del agua de la cuenca. El forraje era, probablemente, cebada (Hordeum). La fila de postes mencionados antes, podrían haber servido como un recinto para guardar el ganado o establo.



La Estructura o Conjunto 2 en la zona 0N-6E consistió en una amorfa concentración de materia orgánica en la esquina noroeste del cuadrante, de aproximadamente 65 cm de largo, 20 cm de ancho y 5 cm de grosor y podía tratarse de una concentración de trigo (Triticcum) y paja.



Figura 78
La última unidad excavada en la Localidad 11C en 1979 fue la denominada 6,5N-21W (figura 78) que dista 6,5 m al norte y 21 al oeste del punto de la cuadrícula 0N-0E.



Figura 79
Esta unidad fue localizada perpendicularmente al banco del wadi y medía 2 por 7 m y en ella se exploró un horno (Kiln B1 u Horno B1), encaramado sobre el wadi. El área en la vecindad inmediata de la zona de 6,5N-21W estaba densamente llenada con ladrillos de arcilla cocida, bloques cocidos en forma de “galletas para perros” (más anchos por los extremos que por el centro del bloque, en forma de “hueso”; ver ejemplo en figura 78) y fragmentos cerámicos (ver lámina I.1 en pág. 23 de Hoffman).  Aproximadamente 50 cm  más lejos, se encontraron los cimientos de los restos de un horno oval, denominado Horno B2 (Kiln B2) con un diámetro aproximado entre 2 y 2,5 m.



La Estructura 2, localizada en el estrato de carbón y ceniza, consiste en varios bloques de arcilla cocida en forma de “galletas de perro” de aproximadamente  15 a 25 cm de alto, dispuestos verticalmente y colocados juntos para formar una especie de cuenca poco profunda. Los extremos anchos de los bloques forman el borde de la cuenca y, presumiblemente, soportaban grandes recipientes durante el cocido de la cerámica. Los bloques variaban en altura, cuerpo y base para poder soportar el recipiente a cocer. Un horno similar, hallado en un asentamiento predinástico en Mahasna, fue descrito por Garstang (1902: 38).



Evidencias de dos bocas fueron descubiertas en el horno, una de ellas orientada al norte y la otra al oeste. El tipo de cerámica más común encontrado en este horno, como en el horno de la Localidad 29, fue un tipo de cerámica tosco y utilitario, atemperado con paja y la forma más común de los recipientes era la jarra con el borde enrollado (tipo IA2a, diámetro del borde entre 14 y 18 cm).



Se piensa que el Horno B1 es contemporáneo con la ocupación en la Localidad 11C descubierta en 0N-0E, 0N-6E y el Montículo A. El horno pertenece claramente al Predinástico Temprano, al Amratiense, y es análogo a hornos en otros yacimientos predinásticos y, además, existen similitudes generales en la cerámica de las excavaciones citadas, demostrando, de esa forma, una ocupación contemporánea.



En la Localidad 11C se recuperaron alrededor de 8500 piezas. De ellas se analizaron 1593 ejemplares de muestras líticas, habiéndose identificado láminas, trabajo bifacial incluyendo un proyectil de punta hueca, tres raspadores, tres herramientas en punta (¿taladros?) y una herramienta multi-funciona. Se encontraron, además, tres fragmentos de paletas de pizarra, de tipo Amratiense, dos abrillantadores, un martillo de piedra y un gran molino de mano.



Varias hojas con filos lustrosos (por el uso) han sido descubiertos en la Localidad 11C mientras que trigo (Triticcum) y cebada (Hordeum) han sido identificados. Una gran piedra para moler (de longitud máxima 48 cm y 28 cm de anchura) fue descubierta en el test A. Su gran tamaño y peso podrían indicar un uso doméstico, para la preparación de la comida.



Figura 80
Un total de 15.398 fragmentos cerámicos fueron recuperados de la Localidad 11C en las temporadas de trabajo de campo de 1978 y 1979 (ver algunos fragmentos en figura 80). La cerámica entra en dos categorías principales, los tipos cerámicos atemperados y sin atemperar. El primero comprendía, generalmente, cerámica “Burda”, atemperada con paja y se pensaba que tenía carácter utilitario, de diario. El segundo tipo cerámico era una cerámica sin atemperar, color rojo o ciruela pulida. En esta segunda categoría se puede incluir la cerámica el tipo cerámico black-topped el cual aparece en cierta abundancia en el yacimiento. También estaba representada la cerámica Cross-Lined.



Varias conclusiones fueron obtenidas de un análisis preliminar de las cerámicas de la Localidad 11C. Primero, los tipos cerámicos y las fechas del radiocarbono indica una ocupación Amratiense de la Localidad 11C. Segundo, la duración de la ocupación parece haber sido más bien de corta duración (basándonos en la uniformidad del estilo de la cerámica y de las fechas de radiocarbono). Tercero, las actividades domésticas que son señaladas en el yacimiento, en base a la aparición de grandes vasos de almacenamiento y de recipientes utilitarios. Y finalmente, la actividad industrial, producción de cerámica, es indicada por el horno (Hoffman, 1982: 24).



El análisis de las conjuntos arqueológicos, diseños internos de los asentamientos, la estratigrafía y la cultura material de la Localidad 11C, indica un asentamiento simple. Es posible que el asentamiento fuera ocupado estacionalmente cuando los recursos en el wadi lo permitieran. Las actividades domésticas del al Localidad 11C están atestadas por los hogares, áreas de procesamiento de alimentos y restos o basuras culturales. Las dos principales actividades desarrolladas en el lugar fueron la producción cerámica  y el mantenimiento de la ganadería en las épocas en las que los recursos, en forma de hierba para alimento de los animales, lo permitían en el interior del wadi, a una cierta distancia de la zona de cultivo.



La Localidad 11C es, sin duda, un asentamiento Amratiense donde se desarrollaba una actividad específica. Estaba situada a lo largo del wadi y se explotaban una serie de recursos ideales para la actividad de los hornos cerámicos y el pastoreo de rebaños. El empeoramiento de las condiciones medio ambientales podían haber provocado el abandono del asentamiento después de un, más bien, corto periodo de ocupación.







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